Santiago. América del Sur necesita un foro donde podamos dialogar, coordinarnos, colaborar y fortalecer nuestra integración sobre la base de las buenas experiencias que hemos tenido, como la Alianza del Pacífico“, aseguró este martes el presidente Sebastián Piñera, flanqueado por el canciller Roberto Ampuero.
Lo que hacía era anunciar la creación de la cumbre Prosur, cuya sede estará en Chile en las próximas semanas. “A esta reunión que tendremos en marzo están invitados todos los países de América del Sur, entre ellos Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Paraguay, pero también Bolivia, Ecuador, Uruguay y Surinam”, agregó.
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Entre los países del continente hay una sola excepción: Venezuela, el único excluido, pues se consideró que no cumple con los requisitos en materia de democracia, Estado de Derecho y libertades individuales. “Son principios que han iluminado y orientado siempre la política exterior chilena”, dijo el Mandatario. Es el momento que atraviesa este país uno de los motivos principales de la cumbre.
Pero el objetivo que se persigue con Prosur no es nuevo en el continente. Antes, en 2008, ya se había concretado la conformación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), idea que venía desarrollándose desde hacía cuatro años. Hoy, el presidente Piñera considera que dicha asociación “fracasó” por su “exceso de ideologismo y burocracia”.
En cambio su iniciativa, asegura, no será un “foro ideológico”, noción con la que sus detractores están en desacuerdo. Una de las críticas más prominentes fue la del ex ministro de Relaciones Exteriores y actual presidente del PPD, Heraldo Muñoz, que considera la cumbre como un hito “inconveniente e inútil”.
“Crear Prosur por coincidencias político-ideológicas entre gobiernos es inconveniente e inútil, pues el organismo se puede revertir con cambios políticos regionales. Las organizaciones internacionales deben surgir mirando a largo plazo, con visión de Estado, y hay demasiada burocracia y poca concertación regional”, afirmó Muñoz a través de su cuenta de Twitter.
Pero el escenario en que se materializará la iniciativa de Piñera recuerda en cierto sentido al que, hace once años, recibió la primera reunión de Unasur: un contexto crítico en la democracia de un país del continente y con un mandatario chileno, en ese caso Michelle Bachelet, convocando a las naciones vecinas para “encontrar una solución”.
La crisis en Bolivia
Fue en 2004 cuando, en la Reunión de Presidentes de América del Sur, se creó la Comunidad Suramericana de Naciones, que con el tiempo pasó a llamarse Unasur. Esa nueva forma de organización latinoamericana contó en su momento con el apoyo de Hugo Chávez en Venezuela, Néstor Kirchner en Argentina y Lula Da Silva en Brasil.
“Parecía una cosa imposible porque aquí, en América del Sur, fuimos adoctrinados para creer que no saldríamos bien en nada, que somos pobres, que nos peleamos mucho y que tenemos que depender de Estados Unidos y de la Unión Europea”, dijo el ex presidente de Brasil cuando se celebró en 2008 la constitución de la Unasur como hoy se le conoce.
Y Chile tuvo en sus albores un rol protagónico, debido a que la ex presidenta Michelle Bachelet fue la primera en asumir la presidencia pro témpore, cargo en el que se le destacó por su capacidad de liderazgo. Dicha característica fue puesta a prueba en septiembre de 2008, cuando convocó de manera exitosa la primera “reunión urgente”, del bloque.
“He decidido convocar a una reunión de emergencia para mirar cómo desde Unasur podemos tener una actitud positiva, constructiva, que permita acercar las partes y buscar apoyar los esfuerzos del pueblo boliviano, del Gobierno boliviano, para ir en pos de una garantía de su proceso democrático y de la estabilidad y la paz en Bolivia”, aseguró en esos días.
Y es que el país vecino atravesaba un duro momento, calificado por medios internacionales como una “sangrienta ola de violencia” entre los departamentos autonomistas y el Gobierno de Morales, que ya había dejado al menos 30 muertos y decenas de desaparecidos. Estaba vigente incluso una orden de estado de sitio en todo el departamento de Pando.
“Vendrá un número importante de jefes de Estado o de sus representantes, para una reunión que cuenta con la preocupación central de todos los jefes de Estado de la región que queremos una Bolivia en paz”, añadió Bachelet. “Buscaremos las medidas en pos de la paz y la democracia en Bolivia, pero no queremos permanecer, yo diría, impávidos ante una situación que nos preocupa”.
Un continente alineado
“Hay un golpe de Estado en Bolivia. Están tumbando a Evo en nuestras propias narices y eso va a generar un impacto terrible, una catástrofe en Suramérica”, aseguró el entonces Hugo Chávez antes de la reunión. Por eso proponía actuar “a tiempo, no después de que haya cinco o diez mil muertos”.
En ese momento, los líderes de los países que conformaban Unasur —Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela— estaban mayormente alineados a la izquierda del espectro político. Además de Da Silva en Brasil, asistieron a la reunión Fernando Lugo de Paraguay, Rafael Correa de Ecuador y Cristina Fernández de Argentina.
En la ocasión, el propio Sebastián Piñera, entonces candidato presidencial de RN, se mostró a favor de la reunión. “Apoyamos decididamente lo que está haciendo la presidenta, que es citar a los países de Unasur para que juntos hagan una contribución eficaz a que Bolivia logre superar esta crisis en forma pacífica y en forma democrática”, aseguró.
En la reunión se aprobó una posición común que, se consideró en su momento, pasaría a la historia de los intentos de resolución de conflictos en Latinoamérica. El continente coincidió en que existía en Bolivia una crisis económica, de integración y de identidad, y entregó su apoyo pleno al Gobierno, incluidas sus instituciones. También exigió la preservación de su integridad territorial y condenó a quienes persiguieran la “desestabilización de la democracia”, según consignó El País.
A partir de ese día, la organización logró posicionarse y demostrar la unidad del bloque regional en situaciones como el intento de golpe de Estado en Ecuador o la ruptura de relaciones entre Colombia y Venezuela en 2010. En 2014 medió en busca de un diálogo de paz en Venezuela, pero desde entonces limitó su actividad a observar procesos eleccionarios en las naciones que la componen.
Recientemente seis países anunciaron que no participarán por un tiempo indefinido en las distintas instancias del grupo, entre ellos Chile, que había afirmado que no regresaría hasta que existieran resultados concretos que garantizaran el funcionamiento adecuado de la organización.
De forma adicional, a medida que los países eligieron mandatarios que se identificaban con el otro lado del espectro político, perdieron interés en un organismo que tradicionalmente estuvo liderado por Venezuela y Bolivia. En este contexto, el presidente Piñera finalmente eligió tomar otro camino que bautizó Prosur.
Fuente: El Mercurio de Chile/ GDA