El desencanto y la falta de confianza en Venezuela se reflejaron también este domingo en las elecciones presidenciales.
Nicolás Maduro fue reelegido en unos comicios en los que no participó la oposición tradicional. Pero la abstención fue probablemente el mayor triunfador con un 54%.
En las calles de Caracas y Maracaibo, las dos principales ciudades del país, apenas se sentía el ambiente de unas elecciones presidenciales.
“En otras ocasiones había colas enormes”, me dijo Nancy González mientras esperaba a votar en el popular barrio de Petare, en el este de Caracas.
Esa participación del 46% sería alta en otros países de la región, pero es escasa en Venezuela, donde este tipo de comicios presidenciales sin segunda vuelta atraen gran interés del censo.
El promedio de participación en las tres últimas elecciones presidenciales (2006, 2012 y 2013) fue de más del 79%, según los datos de Eugenio Martínez, periodista experto en procesos electorales.
Maduro presumió de haber logrado el 68% de los votos. Pero no habló de que en realidad logró el 29% del censo. Sin duda fue el más votado, pero los números son los de la victoria más pírrica del chavismo en 20 años.
Esta baja participación es un éxito para aquella parte de la oposición que llamó a no participar por considerar que no se daban las condiciones para un proceso justo.
“La oposición institucional puede cobrar que fue exitosa porque deslegitima la elección”, dijo a BBC Mundo el analista y encuestador Luis Vicente León.
“La farsa fue derrotada por la ausencia del pueblo”, expresó Juan Pablo Guanipa, representante del Frente Amplio Venezuela Libre, que pidió la abstención y celebró lo que calificó como “desobediencia masiva”.
La organización opositora dijo que, según sus propios cálculos, la participación no llegó al 30%.
Ahora queda por ver si la oposición, desunida los últimos meses, puede usar esos números para trazar una estrategia que debilite al gobierno o lo fuerce a hacer cambios.
— No solo opositores —A media tarde del domingo, el chavismo ya daba por hecho el triunfo de Maduro, pero mostraba la preocupación por la participación.
La baja participación señala que no sólo los opositores, sino que también simpatizantes de Maduro se abstuvieron.
El liceo donde votaba Hugo Chávez en el barrio del 23 de Enero, bastión chavista, lucía sin apenas votantes en comparación con los comicios más recientes, los de la Asamblea Nacional Constituyente y los regionales en 2017.
“Es que es un proceso muy rápido”, me dijo una simpatizante de Maduro.
El resultado fue un golpe para la intención expresada por Maduro en campaña de alcanzar los diez millones de votos, una cifra que nunca pudo conseguir el carismático Chávez en momentos de bonanza económica.
Ni siquiera el bono económico prometido a los electores a través del polémico carné de la patria, por el que se reparten diversas ayudas directas, avivó la participación.
Es uno de los factores por los que el candidato Henri Falcón aseguró que desconoce el proceso y por el que pide nuevas elecciones.
De esta manera, Falcón se alinea de nuevo con la oposición que reclamaba el boicot.
“La abstención sin duda es un ganador dentro de la oposición”, dijo Luis Vicente León.
Las causas de la baja participación son complejas de determinar, pero seguro que influye la severa crisis económica del país, una de la peores de su historia.
Por un lado puede estar la salida de muchos venezolanos del país por la crisis.
Por otro, que gran parte de los opositores siguieron las órdenes de sus líderes que llamaron a no acudir a las urnas por no creer en el Consejo Nacional Electoral.
Otras personas, como Jesús, no encontraron en la papeleta ninguna opción atractiva contra Maduro. “La verdad es que no me gusta ninguno”, me dijo sobre los candidatos.
“No creo en las elecciones, no voy a votar y no hay elecciones justas”, resumía Juvenal Zambrano por la mañana mientras se tomaba un refresco en una calle vacía.
Muchos opositores a Maduro argumentaban que no les gustaba que Falcón hubiera sido parte del chavismo en el pasado.
— Presión internacional —El presidente verá así reforzada la presión de parte de la comunidad internacional, que valida su idea de que los comicios son fraudulentos, por lo que ya habían anunciado que no reconocerían al vencedor.
Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense, criticó de nuevo este mismo domingo el proceso.
“Las elecciones fraudulentas no cambian nada. Necesitamos que el pueblo venezolano tome el mando del país… Un país con tanto que ofrecer al mundo”, escribió en Twitter.
Además de Estados Unidos, que podría ampliar próximamente las sanciones, tampoco la Unión Europa, Canadá y más de una decena de países de América Latina dijeron que no reconocerían los resultados.
Sus opiniones sobre la legitimidad del presidente Maduro se pueden ver así reforzadas de alguna manera con la abstención.
“Maduro no logra legitimarse ante la comunidad internacional ni frente a la oposición, a la que no logra fracturar”, analizó León la nueva unión, al menos en discurso, de la oposición tradicional con Falcón.
“El resultado es decepcionante para el chavismo”, aseguró León. “Nunca antes había tenido un porcentaje tan pobre sobre el voto total. La abstención sería por tanto el ganador del evento. No tiene impactos legales, pero sí de legitimidad”, agregó.