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No es necesario un desastre natural o una crisis política para que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, salga en televisión.
De hecho, sale en promedio 31 minutos al día, según un reciente estudio de la ONG Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela, que entre enero y septiembre contabilizó 8.460 minutos de apariciones televisadas de Maduro.
Y esto se refiere, únicamente, a las cadenas, esas alocuciones presidenciales trasmitidas obligatoriamente a través de todas las frecuencias de radio y televisión.
Las cadenas, en Venezuela, son parte de la cultura popular: esa voz grave que anuncia el inicio de la cadena genera recuerdos instantáneos -buenos y malos- a muchos venezolanos.
“El sistema bolivariano de comunicación e información, a través del satélite Simón Bolívar, transmite a continuación el siguiente mensaje de la República Bolivariana de Venezuela”, dice la voz, con el himno al Batallón Blindado “Bravos de Apure” de fondo, una canción que el difunto presidente de Venezuela, Hugo Chávez, cantó en su cadena de despedida.
En general los jefes de Estado tienen esa facultad, pero la suelen usar para celebraciones patrias o comunicaciones consideradas de importancia nacional.
Pero en Venezuela la historia es distinta desde que Chávez llegó al poder.
Quizá uno de los mejores contadores de historias de los últimos tiempos, Chávez lograba que tanto críticos como seguidores sintonizaran sus prolongadas apariciones en TV, la más larga de las cuales duró siete horas.
El carismático mandatario -que en el año de mayor frecuencia, 2011, estuvo 12.180 minutos “encadenado”- cantó y bailó en cadena nacional.
En cadena se despidió de su pueblo el mismo día que declaró a Maduro como su “hijo” y sucesor, quien ha tenido que jugar ese rol de presentador y, en parte, de animador.
El gobierno justifica la dedicación de todo este tiempo a la comunicación por una necesidad de “contrarrestar la desinformación” que, según ellos, divulgan “los medios privados de la derecha”.
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Nicolás Maduro (Foto: Captura de YouTube)
Pero sus críticos las ven como un “abuso de poder” que, además, dicen, limita el acceso a la información de los ciudadanos.
¿Hegemonía comunicacional?
Además de la cadena, tanto Maduro como Chávez han sido asiduos usuarios de las trasmisiones en vivo en el canal del Estado, Venezolana de Televisión (VTV).
En lo que va del año Maduro ha salido en directo 38.760 minutos por VTV, un equivalente a una hora y media al día, según la ONG Monitoreo Ciudadano, que lleva años haciendo estos conteos.
En VTV -cuyo lema es “el canal de todos los venezolanos”- Chávez tenía un famoso programa los domingos llamado “Aló, presidente”, en el que pasaba horas contando anécdotas, dando órdenes y recibiendo llamadas.
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(Foto: Reuters)
Este año, Maduro inició su propio programa, “En contacto con Maduro”, que en teoría es de radio pero se transmite por VTV.
Asimismo, el segundo hombre al mando del chavismo y presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, lanzó su propio show, “Con el mazo dando”.
Desde que Chávez murió, el 5 de marzo de 2013, algo cambió: la prominencia del discurso oficialista en los medios de comunicación ha aumentado.
Desde entonces, los medios privados más importantes han dejado de ser críticos del gobierno, en parte -según algunos reportes- porque fueron comprados por personas afiliadas al gobierno.
El canal de televisión Globovisión, el conglomerado Cadena Capriles y el diario El Universal, entre varios otros, cambiaron de dueños. Y progresivamente han ido bajándole el tono en sus críticas al gobierno.
Como parte de ese proceso, decenas de periodistas renunciaron o fueron despedidos por supuestas censuras.
Al mismo tiempo, el gobierno ha lanzado nuevos medios de comunicación, como el canal de televisión de las Fuerzas Armadas o el periódico del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Mientras tanto, los pocos medios críticos que perviven, la mayoría de ellos impresos, dicen estar contra las cuerdas por demandas legales y por escasez de papel periódico.
Entre elogios y críticas
Entretanto, las cadenas y las transmisiones en vivo del presidente desde cualquier parte del país, e incluso desde el exterior, no dejan de ser parte de la rutina de los venezolanos.
A veces, de hecho, hay transmisiones de VTV a las que los demás canales se conectan: son, dicen los críticos, “cadenas voluntarias”.
Lo de Chávez y Maduro no solo es llamativo en Venezuela, sino en América Latina, donde los números de los presidentes son menores.
Otro presidente que frecuenta las cadenas es el ecuatoriano Rafael Correa, quien según la ONG Fundamedios pasó 15.621 minutos encadenado entre 2007 y 2013, un número que Chávez o Maduro completan en menos de dos años.
Hay varios elementos emblemáticos de las cadenas, como el “¡aprobado!” de Maduro cuando decide seguir una recomendación que le hace un espectador, o la expresión “dar el pase” en el momento en que el presidente da la palabra a un ministro que inaugura una obra de gobierno en alguna parte del interior del país.
“Chávez marcó un antes y un después en la gestión de gobierno en Venezuela y en eso la estrategia de comunicación es fundamental”, le dice a BBC Mundo la socióloga y miembro del Observatorio Global de Medios de Venezuela, Maryclen Stelling.
“Chávez era un comunicador por excelencia y encontró en la televisión y las tecnologías la mejor manera de acercase a la gente. En el caso de Maduro hay la intención de seguir utilizando esos medios, pero sin las condiciones comunicacionales ni el verbo de Chávez”, dice.
Pero mientras el oficialismo considera las cadenas un método de comunicación, los opositores las ven como “show mediático” que, entre otras, “se usa para atacar a la disidencia”.
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Cadena Nacional (Foto: Captura de YouTube)
“Las cadenas producen un prolongado y automático cierre de todos los canales que restringe el derecho a la información de los venezolanos”, asegura Óscar Lucien, director del Instituto de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad Central de Venezuela.
“Se le da un uso proselitista a una herramienta que se supone es para emergencias”, le dice a BBC Mundo.
El analista añade que el uso tan frecuente de las cadenas “ha tenido un efecto búmeran, porque la gente ya no las ve y se pierde su mayor ventaja: que es que todo el mundo las ve porque se informa algo importante”.
“Lo que está detrás es un gobierno que tiene una plataforma de comunicación enorme que desbalancea la información que reciben los venezolanos”, señala sobre el uso de la cadena como aparente herramienta para ocultar información.
Por eso, pone el ejemplo, cuando se producen protestas contra el gobierno venezolano en la calles, la televisión continúa con la misma programación de todos los días.