Los Lotes. Arena volcánica, piedras gigantes y fierros retorcidos de algunas viviendas en ruinas destruidas por la potente erupción del Volcán de Fuego hace un año en Guatemala son testigos mudos de la tragedia que dejó más de 400 muertos y desaparecidos.
Los grandes montículos de arena negra que sepultaron la empobrecida colonia Los Lotes, unos 35 kilómetros al suroeste de la capital de Guatemala, permanecen en el lugar y la mayoría de casas siguen soterradas, muchas con grandes troncos de árboles en su interior.
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El 3 de junio del 2018, el Volcán de Fuego, de 3.763 metros de altitud, registró una violenta erupción que provocó una avalancha de gases, ceniza y rocas ardientes que arrasó la comunidad San Miguel Los Lotes.
La devastación dejó un saldo de 202 muertos y 229 desaparecidos, según datos oficiales.
En medio de la llamada por las autoridades “zona cero” y entre los escombros, Eufemia García levantó una precaria y pequeña choza de láminas de zinc para continuar la búsqueda de 12 familiares que siguen desaparecidos.
La erupción del volcán le arrebató 50 seres queridos, entre ellos su madre, hermanos, nietos, sobrinos y primo, relató. Los restos de 38 de ellos ya fueron recuperados.
“Aquí estamos aguantando sed y hambre, aquí estoy y aquí sigo porque quiero encontrar a todos mis familiares” desaparecidos, comentó Eufemia, de 48 años, vestida con una blusa negra y una falda blanca desgastadas, mientras se lamentaba por la proliferación de moscas en esta época lluviosa.
Ella asegura que los cuerpos de unas 300 personas siguen soterradas entre las toneladas de arena.
Hace meses que el Gobierno suspendió los trabajos y retiró la maquinaria pesada debido, según argumentó, a los peligros que representa continuar removiendo escombros en esa zona.
No obstante, las autoridades de protección civil siguen sin declarar camposanto el área debido a presiones de familiares y sectores sociales que, como Eufemia, exigen continuar con las operaciones de búsqueda, localización y rescate de víctimas.
“Me quedé sin familia”, resume, al indicar que solo sobrevivió uno de sus hijos, que se ha vuelto alcohólico “por la pena de saber que todo lo perdimos”.
La madre de esta mujer era muy conocida en Los Lotes pues era la comadrona del lugar, que asistía a las mujeres en los partos y a veces ayudaba a enfermos con remedios naturales.
Pero la tragedia que ha vivido no le impide a Eufemia ilusionarse al relatar, con cierta esperanza, que hace cinco meses nació un nieto, fruto del matrimonio de un hijo fallecido en la erupción.
— Hay miedo —
Aunque ya pasó un año de la destrucción, la nostalgia sigue embargando a Felipe Xoc, quien perdió a su esposa y a su hijo de un año y medio.
“Aquí quedó todo como una playa, arena negra por todos lados, tengo ocho meses de vivir sin agua y sin luz”, cuenta Xoc, quien vive junto a Eufemia García.
“Acá todo está abandonado, no hay vida, todo se perdió, la gente ya no quiere vivir aquí porque tiene miedo, todas las noches el volcán retumba y uno cree que viene otra erupción”, comenta.
“Esta era nuestra casa, yo ese día no estaba aquí porque fui a trabajar”, muestra José Farfán, quien asegura que perdió a 22 familiares durante aquel domingo trágico.
“Cada domingo lloró porque ese día ocurrió todo”, afirma.
Entre los escombros sobresale una tumba hecha con piedras y una cruz, con la leyenda “Silveria Hernández 1943-2018: catástrofe 3 de junio 3:10”, la hora mortal de la tragedia.
Para ayudar a los damnificados, el presidente Jimmy Morales entregó el pasado 15 de mayo a 168 familias, de las 1.000 que se vieron afectadas, las escrituras de sus nuevas viviendas.
Las familias fueron reubicadas en un complejo en el departamento de Escuintla, al sur de la capital, cerca de la comunidad afectada Los Lotes.
Pero García y Xoc no resultaron beneficiados con el plan gubernamental, y ahora seguirán viviendo en el terreno que fue de uno sus hijos fallecidos.
Fuente: AFP