Escribe Elio Leturia. Desde Chicago.
Articulada y expresiva es Yoani Sánchez, la bloguera cubana que participó el 8 de junio en la Trigésima Feria del Libro Printers Row, que organiza el periódico “Chicago Tribune” todos los años.
“No pretendemos emular a los websites que se actualizan cada dos minutos”, empezó diciendo Sánchez al anunciar que el 21 de mayo pasado lanzó su periódico digital “14ymedio.com”:https://www.14ymedio.com/ . “No pretendemos emular una fábrica de chorizos, sino [presentar] reportajes de calado más profundo”, añadió.
Sánchez, graduada en filología, confesó que no es “periodista de carrera, sino a la carrera”, y explicó que su misión es permitir al mundo ser testigo de lo que ocurre en lo que denomina “la isla de los desconectados”.
Su esfuerzo anterior, el blog Generación Y –que capturó la atención mundial al informar sobre la Cuba reprimida–, ha pasado a ser un periódico en línea.
Pero mantener la vigencia de un periódico requiere continuidad y actualización permanente. Sin embargo, debido a la falta de Internet para el cubano común y corriente, Sánchez cuenta que “la información la trae en un memory flash”. Ella, con su equipo de redactores, construye las páginas del periódico fuera de línea, almacenándolas en memorias remotas para subirlas posteriormente a Internet.
Una hora de Internet en un hotel de La Habana vale un tercio de un salario mensual, explica Sánchez. Por ello, aunque quisieran actualizar el periódico con frecuencia, su producción sería prohibitiva debido a los altos costos.
Los retos de escribir, publicar, distribuir y hacer periodismo independiente son muy grandes en Cuba, cuenta Sánchez, quien en 1994 ensambló su primera computadora con partes que consiguió de diferentes lugares. “Era mi pequeño Frankenstein”, dice sonriendo.
A partir del 2008 se hizo posible la compra legal de una computadora en la isla. Sánchez señala que eran muy caras, a un promedio de 870 dólares por computadoras viejas, por lo que no le quedaba otro remedio que apelar al mercado ilegal.
“La vida del cubano se va en las largas colas, en frustraciones”, reniega.
“[Es un] delito poner una palabra tras la otra. Ser periodista en Cuba es peligroso… en Cuba mataron el periodismo”, dice antes de hacer malabares con su larga cabellera y convertirla en cola. Pero como ella afirma, la creatividad supone abrir una ventana cuando la puerta está cerrada. “El cubano puede hacer de todo”, asegura.
Otro de los grandes desafíos fue conseguir escritores para la publicación. Primero, descartó a los que tenían miedo y, luego, separó a los que podrían ser infiltrados. Entonces, se quedó con pocos, e incluso con los que no son tan calificados. “Once personas… tenemos un peluquero, dos filólogos, una estomatóloga, hay dos periodistas”, dice Sánchez señalando que su oficina es la sala de su casa.
La pregunta que ronda es cómo ella ha logrado mantener su voz a pesar de estar bloqueada en Cuba. Sánchez sostiene que la técnica del gobierno es “la prisión o el fusilamiento de la reputación”, y a eso se ha expuesto. Menciona, por ejemplo, cómo se trata a los beisbolistas cubanos que se quedan en Estados Unidos. “Cuando un deportista se quedaba [fuera], era tratado con el silencio… pero ahora ya son demasiados; evitan transmitir los juegos donde participan esos deportistas que se han quedado en otro país”. Dicho sea de paso, el equipo de béisbol White Sox de Chicago tiene la mayor cantidad de jugadores cubanos. “Los cubanos se van a cualquier lado. Yo tengo amigos [cubanos] en Papúa Nueva Guinea”.
Su notoriedad y esfuerzos de comunicación la han hecho merecedora de premios internacionales, algunos pecuniarios, y eso ha causado dudas entre sus detractores, en lo que ella hace con ese dinero. “He invertido en horas de Internet, en dar cursos; de los 149 tuiteros que envían tuits al ciberespacio, la mayoría se ha formado en la sala de mi casa y eso cuesta; cuesta papel, infraestructura material”, responde. “Esos recursos obtenidos en premios periodísticos se convierten en periodismo”, agrega.
¿Eres agente del sistema?, inquiere un espectador. “Esa pregunta es como un termómetro que indica la desconfianza; mientras nos hagamos esa pregunta estamos colocando la desconfianza y el castrismo va a reinar”. Sánchez explica cómo el gobierno, al sembrar la desconfianza entre todos, crea una división muy clara.
“Yo me quedo en Cuba. Los cubanos ya no somos los mismos; no encuentras la ceguera de antes, pues la gente habla más abiertamente. Cuba ha estado mal por tantos años que algo bueno tiene que pasar”, remarca.