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Después de 13 años de conflicto, las fuerzas británicas y estadounidenses de la OTAN transfirieron oficialmente el mando al ejército afgano.
Pero antes de que los británicos terminaran sus operaciones militares en Afganistán, el periodista de la BBC Nagieb Khaja pudo acceder a uno de los bastiones del Talibán. Éste es su relato.
Cuando doblamos en la polvorienta carretera que lleva hacia el montañoso Valle de Tangi estamos a sólo 97 kilómetros al suroeste de Kabul y ya en pleno territorio del Talibán.
Al valle se le conoce como la puerta de entrada a Kabul y desde ahí se han lanzado varios ataques contra de la capital.
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Está situado en la estratégica provincia de Vardak y en años recientes ha sido escenario de algunos de los combates más violentos entre el Talibán y las tropas de la OTAN, cuyas operaciones en el país oficialmente terminaron este domingo después de más de una década.
Y luego de diez años trabajando como periodista en el país, y de haber sido secuestrado por otro grupo del Talibán en la provincia de Helmand, estoy más que consciente de lo peligroso que puede resultar el lugar, especialmente para los periodistas occidentales.
Tengo, sin embargo, una cita con Said Rahmán, el autoproclamado líder Talibán de la zona, conocido popularmente como “el gobernador Badri”.
Ahora tiene 27 años, pero cuando empezó a combatir a las tropas que, bajo el comando de Estados Unidos, expulsaron al Talibán del poder en 2001, era sólo un adolescente.
Badri dice que va a continuar combatiendo. Y también quiere un gobierno islamista en Afganistán.
El “gobernador” sostiene además que el Talibán no necesita “imponer” su visión entre los pobladores, aunque el hecho es que muchos en Afganistán se oponen al grupo y sus métodos violentos.
“La gente aquí es musulmana y quiere un gobierno islámico”, dice, sin embargo, Badri.
“Son los occidentales los no quieren que aquí haya un gobierno islámico. Aquellos que nos tienen miedo y que nosotros matamos son los enemigos de esta tierra”, sostiene.
EN CONTROLPara Badri, darle acceso a un periodista extranjero es una gran oportunidad publicitaria y por eso disfruta poder mostrarme el área que afirma tener bajo control.
Me lleva a la cima de una colina y me muestra lo que antes era una gigantesca base de operaciones estadounidense, abandonada desde hace tres años.
Todo lo que dejaron atrás fue recuperado. “Incluso el alambre de púas, que lo dimos a cementerios, mezquitas y madrasas”, cuenta Badri.
A la distancia también podemos observar el sitio donde los estadounidenses sufrieron el ataque individual que más bajas les causó en toda la guerra de Afganistán.
Fue ahí cuando en 2011 el Talibán derribó un helicóptero Chinook matando a 38 personas, incluyendo 17 Navy Seals (los comandos especiales de la Armada de EE.UU.).
Y no muy lejos de ahí está lo que queda de la presencia militar afgana, una base ubicada en lo alto de otra colina.
Según uno de los voceros del ejército, general Zahir Azimi, el ejército afgano tiene pleno control de la provincia de Wardack.
Pero las fuerzas del Talibán se mueven libremente por el Valle de Tangi, incluso en plena luz del día.
Y Badri afirma que los soldados afganos rara vez se aventuran por la zona, excepto en convoyes fuertemente armados.
EDUCACIÓN Y JUSTICIA TALIBÁNEl control del Talibán también es especialmente evidente en las escuelas del valle.
La escuela Imán Abu Hanifa tiene unos 50 profesores y 1.400 alumnos.
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Ahí se imparten clases de matemáticas y ciencias, pero el Talibán se asegura de que la religión sea lo más importante del programa de estudio.
Curiosamente, esta escuela que opera bajo una agenda del Talibán es financiada por el gobierno afgano en Kabul.
Y mucho del presupuesto para educación viene de Occidente, incluyendo ayuda del gobierno de Reino Unido.
No hay niñas a la vista en la escuela. Ni, de hecho, en ninguna otra parte de la zona.
La posición oficial del Talibán es que su polémica prohibición de educación para las niñas ahora se ha moderado un poco.
Pero el director del colegio, Mohammed Salem, admite que en el área no hay escuelas para niñas, ni tampoco planes para construirlas.
Cuando el Talibán gobernaba Afganistán, duros y brutales castigos también eran ordenados por los tribunales religiosos donde se práctica la Sharia.
Y las amputaciones de miembros y la lapidación de adúlteros todavía se practican en las zonas bajo su control.
En el Valle de Tangi un juicio por una disputa sobre tierras tiene lugar en una huerta y el gobernador Badri actúa como juez y jurado.
“Con la ayuda de Alá nuestras decisiones serán mucho más expeditas que las de la Corte Suprema en Kabul”, dice.
“Una vez que tomamos una decisión, es definitiva. No necesitan apelar ante un tribunal superior”, agrega.
Según Badri es por la Sharia (ley islámica) y un gobierno islámico que el talibán como él “se sacrifica, crea mártires y da su sangre” combatiendo a las tropas encabezadas por Estados Unidos.
Said Rahmán, coocido como gobernador Badri, afirma ser uno de los hombres más buscados de Afganistán.
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El gobernador Badri es uno de los hombres más buscados en el área.
Dice que las tropas especiales estadounidenses han lanzado varios ataques para tratar de matarlo o capturarlo y que varias veces también ha sido blanco de ataques con drones.
El último ataque sólo falló por una cuestión de metros, cuenta. Pero le causó heridas y lo dejó sordo de una oreja.
“Cada vez que enciendo mi celular, llegan los drones. Entonces trato de no usar el celular”.
UNA CIUDAD FORTALEZADurante los cuatro días que paso con el Talibán, se me permite conversar con muchas personas diferentes.
Algunas son seleccionadas por el Talibán y casi siempre estoy bajo su mirada vigilante.
Y, en esas condiciones, algunos me dicen sentirse contentos de poder descansar un poco del estado de guerra casi constante que existía cuando las tropas extranjeras estaban a la ofensiva, pero la mayoría prefiere no hacer ninguna crítica.
“Los dos lados nos asustan”, me dice un hombre que me pidió no revelar su identidad. “Aquí nadie se atreve a decir la verdad”.
Y antes de mi partida el Talibán hace desfilar orgullosamente a sus combatientes para mí en una huerta.
Pero incluso ahí los hombres que cargan fusiles y lanzacohetes se cuidan de dispersarse y cubrir sus rostros para evitar presentar un blanco demasiado fácil a los drones.
Uno de los líderes militares del Talibán en el Valle de Tangi, el comandante Inteqam, presumió de usar tecnología estadounidense como Google Earth para elegir sus blancos.
Vistiendo lentes oscuros de marca y hablando en un inglés perfecto, el comandante aseguró que todo el Valle de Tangi estaba bajo control del Talibán y que el siguiente objetivo era tomarse Kabul.
Pero Kabul ahora es una ciudad fortaleza. A nivel nacional la policía tiene más de 150.000 hombres y el ejército se está acercando a los 200.000. Y la mayoría está en o cerca de la capital.
El vocero del ejército, general Azimi, insiste que “la estrategia militar del Talibán es un absoluto fracaso”.
Mientras que, por lo que pude ver, parece que el Talibán puede efectivamente controlar algunas áreas estratégicas como el Valle de Tangi, pero está lejos de poder organizar una ofensiva a gran escala contra Kabul.
Y sin las grandes ciudades, el Talibán nunca va a controlar Afganistán.
“La debilidad del Talibán es que usan minas antipersonales, explosiones y ataques suicidas”, señala el coronel Mirwais Taraki, de la Fuerza de Reacción Rápida de la policía afgana, una unidad entrenada para cortar de tajo los ataques insurgentes.
“No tienen la fuerza necesaria para lanzar un ataque a gran escala contra nuestras tropas”, agrega.
El jefe de la oficina de la BBC en Kabul, Waheed Massoud, está de acuerdo con estas afirmaciones.
“El Talibán sigue siendo una amenaza seria, pero el ejército afgano, con sus más de 300.000 efectivos, es suficientemente poderoso como para mantener la seguridad”.
Además, el mes pasado el nuevo gobierno de Afganistán firmó un acuerdo que les permite a los británicos y estadounidenses dejar algunos asesores militares y fuerzas especiales detrás.
Este domingo el secretario de Defensa británico, Michael Fallon, también insistió en que Reino Unido “no se alejará por completo” y que seguirá dando apoyo, incluidos ayuda financiera y entrenamiento militar.
“Afganistán ya no es un refugio seguro para Al Qaeda”, dijo Fallon a la BBC.
Aunque, a pesar de todo esto, en la medida que Occidente reduce su apoyo militar al gobierno de Afganistán, ciertamente aumentará el riesgo de que cada vez más afganos se encuentren viviendo bajo el control del Talibán.