“Mr. Security”. Así llaman -o han llamado hasta ahora- muchos en Israel al primer ministro Benjamín Netanyahu, el hombre que más años ha liderado ese país desde su creación en 1948.
El apodo refleja lo que, según diversos analistas consultados por BBC Mundo, ha sido el principal objetivo de Netanyahu desde que llegó al poder por primera vez hace casi tres décadas: mantener seguro a Israel.
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Esta imagen sufrió un duro golpe el pasado 7 de octubre cuando el grupo armado palestino Hamás, que gobierna la Franja de Gaza, realizó un ataque sorpresivo contra poblaciones israelíes cercanas, matando a más de 1.400 personas y tomando unos 240 rehenes, según reportaron las autoridades locales.
Se trató de la peor matanza de judíos desde el Holocausto y el ataque más sangriento contra civiles que ha sufrido Israel desde la primera guerra árabe-israelí que se desató el día después de su fundación.
A horas de comenzado el ataque, Netanyahu anunció la represalia. “Ciudadanos de Israel, estamos en guerra y la ganaremos”, dijo.
Desde entonces, el Ministerio de Salud en Gaza ha reportado más de 11.000 muertes -entre ellas la de más de 4.000 niños- como consecuencia de los bombardeos aéreos y las incursiones terrestres israelíes que comenzaron en los últimos días.
Ha sido, probablemente, uno de los meses más complejos de su larga carrera, con un creciente número de voces internacionales criticando lo que llaman limpieza étnica y respuesta desproporcionada contra los civiles palestinos.
En este artículo, BBC Mundo te cuenta cómo Netanyahu se convirtió en la figura política más dominante de las últimas tres décadas en Israel.
Mr. Security no es el único sobrenombre que tiene Netanyahu.
Además de “Bibi” -un apodo de la infancia que aún utiliza y es muy popular entre sus seguidores- también lo llaman “el rey Bibi”, por la cantidad de elecciones que ha ganado, siendo el único mandatario israelí que ha gobernado durante seis períodos.
Benjamin Netanyahu nació en Tel Aviv en 1949, el año posterior a la fundación del Estado de Israel (fue el primer mandatario de ese país nacido después de su fundación).
Su padre era un reconocido historiador, y según le dijo a la BBC Bethan McKernan, corresponsal del diario británico The Guardian en Jerusalén, “se crió en un ambiente secular pero socialmente conservador, con ideas muy fuertes sobre el sionismo y sobre lo que el muy joven Estado de Israel debía ser”.
El hermano del medio de tres varones, Netanyahu se crió entre Israel y Estados Unidos, debido a la carrera de su padre, que enseñaba en universidades en Filadelfia y Nueva York.
Y hasta el día de hoy conserva un marcado acento estadounidense cuando habla inglés.
Tras haber realizado toda la secundaria en la Cheltenham High School, en las afueras de Filadelfia, en 1967, a los 18 años, viajó a Israel para completar cinco años de servicio militar.
Allí se unió a las fuerzas especiales de élite Sayeret Matkal, la unidad antiterrorista de Israel, y participó de numerosas operaciones durante la llamada Guerra de Desgaste contra Egipto.
“Tuve varios roces con la muerte”, contaría años después al think tank conservador estadounidense Hoover Institute sobre sus experiencias con esa unidad de élite.
“Casi me ahogo en un tiroteo en el medio del Canal de Suez. Casi muero congelado en Siria. Me mordió un escorpión y viví para contarlo”.
Tras completar su servicio militar (con el rango de capitán) regresó a EE.UU. en 1972 para estudiar arquitectura y administración de empresas en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde destacó como uno de los mejores alumnos.
Ese mismo año se casó, el primero de los tres matrimonios que ha tenido, y de los que han nacido tres hijos y cuatro nietos.
Pero apenas un año después interrumpió sus estudios para regresar a Israel en octubre de 1973 para servir con Sayeret Matkal en la guerra de Yom Kipur contra las fuerzas egipcias.
Uno de los líderes del grupo era su hermano mayor, Yonatan.
“Yoni”, como le decían todos, solía destacar en todo lo que hacía, y fue una de las principales influencias en la vida del premier israelí.
A diferencia de su hermano, que volvió a EE.UU. tras la guerra para completar sus estudios en MIT y comenzar un doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, Yoni siguió la carrera militar y se convirtió en el comandante de Sayeret Matkal.
En 1976, la unidad antiterrorista realizó una osada operación de rescate cuando una aeronave de Air France fue secuestrada por militantes palestinos y llevada al aeropuerto de Entebbe, en Uganda, donde tomaron como rehenes a cerca de un centenar de ciudadanos israelíes.
La Operación Entebbe (también conocida como Operación Trueno) fue un éxito: todos los secuestradores fueron abatidos y la mayoría de los rehenes -con excepción de cuatro que fallecieron- fueron rescatados.
Un solo soldado israelí murió: Yoni, el comandante de la fuerza.
“Realmente no pensé que me recuperaría, pero de alguna forma encontré la fuerza interior“, reveló Netanyahu durante una visita al centro cultural 92nd Street Y, en Nueva York.
“Seguí el ejemplo de mis padres, que llevaron su dolor con extraordinaria dignidad. Les tuve que contar de la caída de Yoni en Entebbe. Fue un momento de agonía indescriptible”.
La muerte de su hermano también redireccionó su vida profesional.
Tras trabajar un par de años como consultor económico en el prestigioso Boston Consulting Group en Massachusetts, dejó el puesto -y EE.UU.- para volver a Israel y fundar y dirigir el Instituto Antiterrorista Yonathan Netanyahu, una organización no gubernamental dedicada a estudiar el terrorismo y organizar conferencias internacionales sobre cómo combatirlo.
De hecho, ha publicado tres libros sobre el tema del terrorismo (en 1981, 1987 y 1995) y un cuarto sobre la paz y el lugar de Israel en el mundo.
A comienzos de la década de 1980 también trabajó como directivo en una empresa de fabricación de muebles en Jerusalén y fue en esta época que empezó a conectarse con políticos israelíes, entre ellos el ministro Moshe Arens, quien lo designó como jefe Adjunto de la Misión de la Embajada de Israel en Washington DC.
En poco tiempo se convirtió en el embajador de Israel ante las Naciones Unidas.
Cuatro años después, en 1988, se mudó definitivamente a Israel, donde comenzó su carrera política uniéndose al partido Likud, de derecha, y sirviendo en la Knesset, el parlamento nacional.
En solo cinco años -a los 42- pasó a convertirse en el líder de Likud.
“Tuvo un ascenso meteórico por una variedad de motivos”, le explicó en 2009 al programa Profiles, de BBC Radio 4, Dore Gold, exasesor de Política Exterior de Netanyahu.
“Tenía los antecedentes militares, pero aún más importante, su dominio del inglés, su elocuencia, eran evidentes. Netanyahu era una figura refrescante, era atractivo, hablaba inglés como si hubiera nacido en EE.UU., era intelectualmente fuerte y de principios”.
George Birnbaum, un consultor de política internacional estadounidense al que Netanyahu nombró jefe de Gabinete cuando decidió entrar por primera vez a la carrera por el cargo de primer ministro en 1996 (tras la vacante que dejó el asesinato de Isaac Rabin), atribuyó su éxito a su personalidad magnética.
“Tenía una presencia y un carisma que era increíblemente fuerte y completamente natural”, resaltó al mismo programa.
Su campaña -al estilo estadounidense- fue toda una novedad para Israel. Y resultó un éxito.
“Cambiamos completamente la forma en la que se llevaban a cabo las elecciones israelíes desde el punto de vista de la estrategia y el mensaje”, contó Birnbaum.
Con su triunfo en las elecciones, Netanyahu se convirtió a los 47 años en el primer ministro más joven de la historia de Israel.
Pero los expertos coinciden en que no tuvo un gobierno fácil.
Irónicamente, uno de los puntos complicados fue la pésima relación que tuvo con EE.UU., gobernada en ese momento por Bill Clinton, quien en 1994 había logrado propiciar un acuerdo de paz entre Israel y Jordania, que fue el segundo país en reconocer la existencia de Israel después de Egipto.
Clinton era muy crítico con la decisión de Netanyahu de permitir la ampliación de los asentamientos israelíes en la Franja de Gaza y Cisjordania, territorios que Israel había ocupado tras la guerra de 1967.
Y años más tarde lo culparía directamente por el fracaso del proceso de paz con los palestinos.
Para el periodista israelí Gil Hoffman, excorresponsal político del Jerusalem Post y actual director ejecutivo de Honest Reporting, tener que lidiar con gobiernos estadounidenses demócratas -como el de Clinton, y años después el de Barack Obama- fue tremendamente frustrante para el líder conservador israelí.
“Fue una especie de tragedia para él, que era tan Mr. América y, sin embargo, se peleó con EE.UU. en lugar de trabajar con ellos, por no tener a alguien un poco más como él“ en la Casa Blanca, indicó Hoffman a la BBC.
Ese “alguien más como él” aparecería muchos años más tarde en la figura del republicano Donald Trump, quien en 2018 mudó la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén afirmando que esa histórica ciudad -venerada por judíos, musulmanes y cristianos- era la “verdadera” capital de Israel.
Pero para la llegada de Trump aún faltaban dos décadas.
Durante ese primer gobierno, Netanyahu se vio tironeado por dos fuerzas opuestas.
Por una parte, el gobierno estadounidense y la izquierda israelí lo acusaban de trabar los acuerdos de paz de Oslo, firmados por Isaac Rabin y el líder palestino Yasser Arafat entre 1993 y 1995.
Por otro, sus partidarios de derecha lo criticaban por haber accedido a entregarle a los palestinos la mayor parte de la ciudad de Hebrón -la segunda ciudad más sagrada en el judaísmo- en Cisjordania, uno de los puntos del acuerdo.
Fueron tensiones que, sumadas a algunos escándalos que sacudieron su gobierno, terminaron pasándole la cuenta.
En las elecciones de 1999 Netanyahu fue derrotado por el laborista Ehud Barak, luego de lo cual decidió abandonar la política y volver al sector privado.
Pero la pausa duró poco.
El nuevo líder de Likud, Ariel Sharon, quien sucedió a Barak después de menos de dos años de gobierno, nombró a Netanyahu primero como su ministro de Relaciones Exteriores, y luego como ministro de Finanzas.
Fue en este rol que Netanyahu siguió profundizando el proceso de liberalización económica que había comenzado durante su gobierno y que, según sus partidarios -y él mismo-, llevaría a Israel a convertirse en una potencia económica y tecnológica de la región.
“Teníamos una gran crisis económica”, recordaría luego sobre ese período.
“Mi hijo mayor me dijo: ‘Mira a Tel Aviv y mira a Nueva York. Mira el horizonte que tienen ellos, y mira el nuestro’ -teníamos dos rascacielos en ese momento-, y siguió: 'Nunca seremos como ellos'.
Y yo le dije: 'Tu padre ahora será el ministro de Finanzas, créeme, seremos como ellos'”.
Ciertamente, el paisaje cambió.
Pero aunque muchos en Israel le atribuyen haber logrado un “milagro económico” -de ahí otro de sus apodos, “Mr. Economy”-, sus críticos sostienen que destruyó la venerada red de seguridad social israelí.
Su período como ministro duró apenas dos años: en 2005 renunció en desacuerdo con la decisión de Sharon de retirar a Israel unilateralmente de la Franja de Gaza.
Ese desacuerdo llevó a Sharon a dejar Likud y formar un partido centrista, Kadima. Netanyahu volvió a convertirse en el líder del partido de derecha.
En 2009 triunfó nuevamente en las urnas y comenzó lo que sería el período de gobierno más prolongado desde el del primer gobierno israelí de David Ben-Gurión.
“Rey Bibi” ganó cuatro elecciones consecutivas, gobernando por más de 12 años, hasta junio de 2021.
Y apenas un año y medio después de perder el cargo volvió a ser reelegido en 2022 para un inédito sexto período, que aún hoy lo mantiene en poder.
Para el analista argentino-israelí Gabriel Ben-Tasgal, parte del éxito de Netanyahu se debe a la inclinación ideológica del pueblo israelí.
“A diferencia de la mayoría de la prensa israelí, que tiene un perfil laico, de izquierda o centroizquierda, la población de Israel, un tanto conservadora y religiosa, tiende a votar a la derecha, y por eso en las elecciones desde 1977 hasta ahora practicamente ha ganado siempre este sector”, le dice a BBC Mundo.
“A esa predisposición ideológica, Netanyahu le agregó que tiene mucho carisma y sabe captar los sentimientos de miedo que provocan los enemigos en la población y en el votante”, señaló el experto.
Por su parte, la corresponsal Bethan McKernan cree que el líder israelí “ha logrado remodelar su cargo a su imagen en los últimos 20, 30 años que ha estado en política”.
“Es un verdadero maestro haciendo que la gente se enfrente entre sí y esta estrategia de divide y conquistarás ha ayudado a convertir a Israel en un lugar más conservador y de derecha y un lugar más polarizado”, le dijo a BBC 4 en julio pasado.
Gil Hoffman, de Honest Reporting, una ONG que “monitorea los medios de comunicación en busca de prejuicios contra Israel”, coincidió con esta observación.
“Hasta hace poco siempre trató de tener un partido de derecha a su derecha y uno de izquierda a su izquierda, para que él pudiera ser el del medio y jugar uno contra otro“, afirmó al mismo medio.
“Netanyahu es un mago haciendo política”, agrega Ben-Tasgal.
“Lo que hacía era tener aliados momentáneos y no afianzó ni una alianza estable para sus gobiernos ni tampoco un liderazgo que lo reemplace. A todo aquel que veía como una amenaza, lo atacaba políticamente”, afirma a BBC Mundo.
El especialista en Medio Oriente considera que ha aplicado la misma lógica en su negociación con los palestinos, cuya dirigencia está dividida entre la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna Cisjordania, y Hamás, que gobierna la Franja de Gaza.
“Su política ha sido dividir a los palestinos y enfrentarlos entre ellos. Lo que hizo fue debilitar a la Autoridad Palestina y debilitar también a Hamás, y mantener a los dos peleados. Pero él pensó que había debilitado a Hamás más de lo que realmente lo hizo”.
En vez de negociar con los palestinos -dice el experto- Netanyahu se concentró en buscar la paz con sus vecinos árabes, en particular donde gobiernan sunitas moderados, quienes -al menos hasta el 7 de octubre- habían mostrado cierto cansancio con la causa palestina.
“Netanyahu se aprovechó de eso. Su estrategia fue intentar reducir a cero la agenda palestina”.
En 2020, firmó los “Acuerdos de Abraham”, normalizando relaciones con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos, países que hoy expresan sus reparos a los ataques israelíes en Gaza.
Y antes de que estallara la guerra Israel-Hamás estaba encaminado un acuerdo con uno de los pesos pesados de la región y enemigo histórico de ese país: Arabia Saudita. Un acuerdo que, según algunos analistas, pudo haber sido uno de los impulsos detrás del inédito ataque del grupo militante palestino.
Para Hoffman, aunque Netanyahu no haya avanzado en las negociaciones con los palestinos, los Acuerdos de Abraham que sí logró firmar fueron un gran logro.
“Ahora tenemos la paz con muchos países árabes, tenemos interacciones económicas, vuelos de ida y vuelta y ha tenido un impacto enorme sobre la región y el mundo”, señala.
No obstante, el legado que Netanyahu querría para sí mismo –“ser el guardián de Israel que salvó a Israel y el pueblo judío de la aniquilación a manos de Irán y previno otro Holocausto” -según define el mismo Hoffman- ha tambaleado después del cruento ataque de Hamás.
Desde el 7 de octubre, el primer ministro ha hablado pocas veces en público, y ha sido criticado por amplios sectores de la sociedad por lo sucedido, su manejo del tema de los rehenes y el consecuente bombardeo de Gaza.
La noche del 28 de octubre publicó un mensaje en la red social X (antes Twitter) afirmando que “en ningún momento” recibió una advertencia de “los funcionarios de seguridad, incluido el jefe de inteligencia del ejército y el jefe del Shin Bet” sobre las “intenciones de guerra de Hamás”, comentario que borró a las pocas horas, la mañana siguiente, y por el que pidió disculpas.
“El 7 de octubre es un día negro en nuestra historia”, dijo semanas después de la masacre, en un discurso televisado.
“Llegaremos al fondo de lo que ocurrió en la frontera sur con Gaza. Esta debacle será investigada. Todos tendrán que dar respuestas, incluido yo”, aseguró.
El reconocido periodista del diario israelí Haaretz Anshel Pfeffer, autor de la biografía “Bibi”, indicó en el programa Newsnight de la BBC que “Netanyahu sabe cuánto ha manchado su liderazgo el fracaso en mantener seguro a Israel y prevenir algo así”.
Ya antes de los ataques, el dirigente israelí enfrentaba problemas con la oposición de cientos de miles de israelíes a una polémica reforma judicial, impulsada por su gobierno, que le quitaría el poder a la Corte Suprema de anular decisiones del Poder Ejecutivo y leyes aprobadas por la Knesset, el parlamento israelí.
Para Ben-Tasgal, su decisión de formar un gobierno de unidad para dirigir la guerra con su rival centrista Benny Gantz (su principal opositor, Yair Lapid, se rehusó a sumarse) fue bien vista en su país.
Sin embargo, cree que con la guerra solo ganará tiempo y que su destino político es incierto.
“Esto mancha su carrera política de manera muy seria y no creo que pueda zafar de esta”, opina. No obstante, no descarta que el “mago de política” logre sacar otro as de la manga para permanecer en el poder.
“Es capaz de hacer cosas que no te ves venir. Podría terminar la guerra y presentarse con el líder de Arabia Saudita en Jerusalén para firmar la paz”, postula a modo de ejemplo.
“Lo lógico sería que él renuncie, pero poner las manos en el fuego de que lo hará… Tratándose de Netanyahu solo un kamikaze se animaría a hacer algo así”, asegura.
“Aunque el ataque de Hamás resquebrajó la imagen de Netanyahu como Mr. Security, habrá que esperar hasta que termine esta guerra para ver hasta qué punto se dañó su legado ”, concluye en entrevista con BBC Mundo.
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