Vine a hablar con Yasser Abu Markhiya sobre los ataques a su casa en Hebrón, pero terminó tirado retorciéndose de dolor en el suelo del jardín de su casa después de recibir una patada en la ingle.
Nuestras cámaras acababan de comenzar a grabar en su casa cuando todo comenzó.
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“¡Colonos con piedras atacando! ¡Colonos con piedras!”, grita mi productor.
Salimos corriendo con la familia palestina mientras dos jóvenes israelíes irrumpen en su jardín, seguidos por soldados.
Uno de los colonos se dirige directamente hacia nosotros gritando a la familia: “¡Fuera de aquí, váyanse!”
Abu Markhiya se acerca a él, tratando de enfrentar la amenaza, filmando con su teléfono mientras un soldado lo bloquea, pero el hombre israelí se lanza hacia adelante y patea al palestino dueño de la casa.
Este asalto es una ilustración de aquello por lo que vinimos a entrevistar a la familia: los palestinos en Hebrón dicen que se sienten cada vez más vulnerables a los ataques después de las recientes elecciones en Israel.
En la votación hubo un aumento masivo del apoyo a la extrema derecha -dando poder a un núcleo ultranacionalista del movimiento de colonos en Hebrón y en otros lugares- y reavivando una guerra cultural dentro de la sociedad israelí sobre el papel de las fuerzas armadas en los territorios ocupados.
Después de que patearan a Abu Markhiya, hubo un enfrentamiento mientras seguíamos filmando.
Badee Dwaik, un activista palestino que ayuda a la familia, gritó: “Los soldados no hacen nada para proteger a los palestinos. Si un palestino hiciera eso, lo llevarían a la cárcel o le dispararían”.
Está expresando una queja frecuente de discriminación sistemática: que los colonos israelíes que cometen actos violentos contra los palestinos en la Cisjordania ocupada rara vez rinden cuentas por sus actos.
Como si fuera a demostrar esto, el hombre que pateó a Abu Markhiya se dirige hacia su coche, recibe un apretón de manos de uno de los soldados y se marcha.
Abu Markhiya, mientras tanto, yace herido mientras un vecino le atiende.
Al consultarles sobre el incidente, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) dijeron que los soldados están obligados a detener los actos de violencia contra los palestinos y, si es necesario, detener a los sospechosos hasta que llegue la policía.
La policía afirma sistemáticamente que investiga la violencia de los colonos, pero los grupos de derechos humanos afirman que suele tratarse de una fachada.
En las elecciones de noviembre, la alianza ultraderechista Sionismo Religioso obtuvo 14 escaños de 120 en el Parlamento israelí, lo que la convierte en la segunda fuerza más poderosa dentro de la coalición del primer ministro electo Benjamin Netanyahu.
Itamar Ben-Gvir, líder del partido ultranacionalista Otzma Yehudit (Poder Judío) que hace parte de esa coalición, es favorable a los colonos y partidario de políticas racistas y antiárabes, ha sido nombrado ministro de Seguridad Nacional, encargado de la policía en Israel y en la Cisjordania ocupada.
Se dio a conocer entre una base nacional-religiosa joven como agitador callejero armado que pedía la deportación de los árabes “desleales” y que se dispare a los palestinos que tiran piedras.
Ben-Gvir ha sido condenado anteriormente por incitación racista y apoyo a un grupo terrorista judío, y es bien conocido por los palestinos de Hebrón, ya que procede de uno de los asentamientos judíos de la ciudad.
Muchos temen que su ascenso desde los márgenes radicales a la corriente política dominante marque el comienzo de una peligrosa nueva etapa, en una región ya asolada por las mortíferas redadas de las IDF en Cisjordania y la oleada de atentados palestinos más mortífera de los últimos años.
Este año, en Hebrón, dos palestinos, entre ellos un joven de 16 años, han muerto por disparos de las fuerzas israelíes durante protestas en la ciudad, y otros dos durante presuntos ataques con cuchillo contra las fuerzas israelíes. Un hombre israelí murió en un ataque con arma de fuego perpetrado por un palestino que posteriormente fue abatido.
El día que filmamos, activistas pacifistas israelíes realizaban una visita guiada que buscaba mostrar la realidad cotidiana de la vida en la ciudad.
Hebrón es una ciudad de puestos de control y un punto álgido del conflicto y la ocupación. En su centro hay varios centenares de colonos israelíes que gozan de la protección de un ejército y de plenos derechos políticos, rodeados de cientos de miles de palestinos que no tienen ni lo uno ni lo otro.
Muchos creen que esta ciudad es paradigma de la ocupación en su forma más concentrada.
Las calles de su centro histórico son una mezcla distópica de casas civiles y tiendas con las puertas soldadas entre vallas militarizadas, muros y torres de vigilancia; una zona vaciada de su antaño bulliciosa vida palestina, ya que sólo pueden entrar los residentes. El ejército israelí se refiere a ellas como zonas “estériles” necesarias para la seguridad.
Hebrón es un centro político para la extrema derecha israelí: los colonos votaron abrumadoramente a favor de la alianza liderada conjuntamente por Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, otra figura ultranacionalista que será ministro de Finanzas y responsable de la gestión diaria de Israel en Cisjordania, gobernando las vidas de los palestinos allí.
Los activistas israelíes por la paz han venido a mostrar su solidaridad con los palestinos después de quince días de creciente violencia e intimidación. En las semanas posteriores a las elecciones, durante una peregrinación judía anual, cientos de jóvenes israelíes atacaron casas.
El fin de semana siguiente, un soldado de las IDF golpeó a un activista israelí de izquierda que vino a apoyar a los residentes palestinos, mientras que otro soldado fue filmado elogiando a Ben-Gvir y diciendo que el político agitador “solucionaría este lugar”.
El enviado de la ONU a la región, Tor Wennesland, condenó la violencia, al igual que el ministro de Defensa israelí saliente, Benny Gantz, quien advirtió durante las elecciones que Ben-Gvir amenazaba con incendiar el país.
Entre aquellos cuyas casas fueron atacadas durante la ola de violencia estaban Abu Markhiya y su vecino, Imad Abu Shamsiyyeh.
Ellos han colaborado durante años con el grupo palestino Defensores de los Derechos Humanos, que ha documentado la violencia contra los palestinos, algo que los activistas creen que podría ponerlos en mayor peligro.
“Se pararon exactamente en este lugar y empezaron a tirar piedras a lo loco, a insultarnos con palabras obscenas y a gritar consignas racistas: 'Muerte a los árabes' y 'Fuera de estas casas que pertenecen a Israel, las recuperaremos'”, me cuenta Abu Shamsiyyeh.
“Tenía mucho miedo por mí, mi mujer y mis hijos, ya que había un gran número de colonos. Sobre todo ahora con Ben-Gvir en el gobierno, que ha venido a mi casa más de una vez”, dice.
Abu Markhiya continúa: “Desde las elecciones israelíes, los ataques han aumentado y se han vuelto más violentos”.
Luego, el soldado que fue grabado apoyando a Ben-Gvir fue encarcelado durante varios días. Alimentaba una acalorada disputa en Israel, con los nacionalistas argumentando que el liderazgo militar estaba cediendo ante la presión liberal para castigar a los defensores del país.
Entre quienes defendían esta posición estaba el propio Ben-Gvir, quien sugirió que los activistas provocaron o golpearon a los soldados, una afirmación sobre la cual no hay evidencias.
En la Hebrón ocupada se agravó una vieja fisura de la sociedad israelí: la que separa a los nacionalistas de línea dura de lo que queda del bando pacifista. Observé cómo aumentaban las tensiones en la ciudad, mientras los colonos se enfrentaban a los activistas contra la ocupación.
Yishai Fleisher, una conocida voz de la derecha colona que se describe a sí mismo como portavoz internacional de la Comunidad Judía de Hebrón, habla conmigo mientras sus aliados gritan “traidores” a los activistas que llegan.
Le pregunto por qué gritan, ¿acaso los visitantes no intentan exponer las realidades discriminatorias de la ciudad?
“Su opinión se ha convertido en totalmente minoritaria en Israel”, afirma. “El yihadismo que hay en esta ciudad y [el grupo militante palestino] Hamás que gobierna esta ciudad, ése es el verdadero tipo de gobierno segregacionista y con tendencia al apartheid que puede llegar a este lugar si Israel no lo controla”.
“En esta parcela de tierra, que es una parcela minúscula, nuestras tierras tribales, sin duda deberíamos tener el control. Es nuestra tierra”, añade.
Le indico que eso suena a racismo, una afirmación que él rechaza.
“Queremos que nuestras minorías tengan éxito y puedan ascender. No tenemos ningún problema con nuestras minorías siempre que respeten la ley y no sean yihadistas”, dice.
En la Cisjordania ocupada hay unos tres millones de palestinos. Unos 500.000 israelíes viven en asentamientos, todos ellos considerados ilegales según el derecho internacional, algo que Israel niega.
Abandonamos la concentración derechista y los soldados nos dicen que no podemos volver si nos dirigimos a los activistas del campo de la paz.
Nos dirigimos allí. Entre la multitud se encuentra Tal Sagi, del grupo Breaking the Silence, formado por ex soldados que se oponen a la ocupación y que tratan de exponer las humillaciones diarias a los palestinos.
Ella fue reclutada como soldado en Hebrón, donde describe una relación de interdependencia entre las IDF y los colonos. El mensaje de estos últimos, dice, es que los palestinos son “todos enemigos”.
“Sé lo que es estar aquí como soldado. Estás todo el tiempo en estrecha relación con los colonos y te dan comida y te hablan y... oyes estos mensajes todo el tiempo”, explica.
“Yo también crecí como colono, así que algo que oí desde muy pequeña [fue]... que todo el mundo quería matarme y que todo palestino es una amenaza”.
“Ahora, tras la victoria de Ben-Gvir, [los colonos] tienen aún más energía y están aquí con mucha confianza y saben que tienen mucho poder con ellos en el gobierno. Así que se sienten muy seguros para decir todas esas cosas y actuar así”, añade.
Mientras hablamos, el ejército impide que la multitud se mueva: han declarado una zona militar cerrada, dicen los activistas. Finalmente, uno de los palestinos a los que iban a visitar se acerca a ellos.
Issa Amro es un conocido activista y fundador de la organización Juventud contra los Asentamientos, que organiza visitas guiadas a Hebrón. Él es un firme crítico tanto de las fuerzas israelíes como de la Autoridad Palestina, y ha sido detenido por ambas.
Ha sido declarado defensor de los derechos humanos por la UE y la ONU, que ya han condenado sus repetidas detenciones.
Tras su discurso a los activistas israelíes por la paz, Amro intenta mostrarme cómo no puede ir a su propia casa debido a las últimas condiciones de su detención.
Pero mientras filmamos, le apartan de nosotros. Cuatro policías israelíes vestidos de paisano, entre ellos el agente que habíamos visto antes, lo ponen contra la pared y lo registran. Le dicen que está detenido por “obstrucción a la justicia”.
Al igual que los activistas israelíes y la familia palestina atacados mientras filmábamos, él cree que las autoridades simplemente cumplen las órdenes del movimiento de colonos de la ciudad, que ahora se siente más envalentonado que nunca después de las elecciones. Pero no puede explicar más ya que se lo llevan, lo silencian por unas horas más nuevamente.
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