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Gaza (EFE)
Abu Mahmud no es su auténtico nombre, pero su labor como coordinador de las solicitudes de quienes quieren huir de Gaza con destino a Europa a través de los escasos túneles que no pudo destruir Egipto le obliga a mantener el anonimato.
“Entre 200 y 300 jóvenes dejan Gaza cada semana camino de Egipto mediante los túneles. Van al puerto de Alejandría. Y de allí, viajan a Europa”, declara.
De acuerdo con su relato, el número de inmigrantes ha incrementado notablemente desde el fin de la última operación militar israelí sobre la franja, que concluyó el pasado 26 de agosto con más de 2.100 muertos, 11.000 heridos y una población aún más sumida en la miseria, pobreza y desesperación.
“A pesar de que es arriesgado y no hay una garantía absoluta, la cifra de jóvenes que abandonan Gaza ha aumentado en los últimos días” afirma.
El proceso, agrega, incluye atravesar “uno de los aproximadamente seis túneles que aún están activos y cuyo paso está coordinado entre mediadores de Gaza y Egipto”.
Desde Egipto, los palestinos que logran cruzar la frontera por túnel o bajo pago por el paso de Rafah sin ser detenidos por las fuerzas de seguridad gazatíes o egipcias enrumban a Italia o Malta tras un desembolso económico que no todos se pueden permitir.
Según Abu Mahmud, cada inmigrante paga 800 dólares solo por pasar por los corredores subterráneos, mientras que el viaje en barco hacia Europa requiere otro gasto extra de entre 1.800 y 2.500 dólares.
Un negocio que gestionan mafias, pero en el que también podrían estar implicados tanto miembros del movimiento islamista Hamas (que controla la franja) como funcionarios egipcios, tal y como denuncia hoy el diario local Al Hayat Al Jadida
La publicación afirma que algunas fuentes, que no identificó, señalan que seguidores de Hamas coordinan la salida de los viajeros y reciben a cambio una amplia suma de dinero que comparten con las autoridades egipcias.
Los palestinos que escapan de la franja de esta “manera oficial”, a través del citado paso de Rafah, abonarían 3.500 dólares mientras que la cifra se reduce a 2.000 si lo hacen por las galerías.
Una emigración, a través del Mediterráneo, que comienza a ser una realidad para muchos hogares de Gaza, donde las familias se lamentan del alto precio que pagan por sus hijos y el riesgo que conlleva.
En algunos casos, una vez emprendido el periplo pierden el contacto con ellos y no saben si fueron arrestados o si llegaron a Europa.
O peor, si les ha sobrevenido la tragedia del naufragio en alta mar.
Días atrás, medios locales revelaron de que decenas de palestinos fallecieron en el naufragio de un barco que zarpó desde aguas egipcias y que transportaba a cerca de 500 inmigrantes de África y Oriente Medio rumbo a Italia, información que no ha sido aún confirmada.
“Es muy complicado y arriesgado”, expone Rami Abdo, activista de un grupo de defensa de derechos humanos en Ginebra. “La gente en Gaza sufre mucho por el bloqueo, la clausura de los pasos, además de los elevados índices de pobreza y desempleo”.
Coincide con él Amjad Shawa, también activista, quien afirma que los jóvenes huyen “después de que Gaza se haya convertido en una gran prisión a causa del hermético bloqueo israelí”.
Una situación agravada este verano por la cruenta ofensiva israelí, que ha ensombrecido aún más la esperanza con la pérdida de decenas de miles de viviendas, sistemas eléctricos y suministro de aguas, empresas, etc.
“Después de la guerra, nada positivo ha sucedido; las fronteras siguen cerradas, no hay trabajo, no hay vida y los materiales de construcción siguen sin estar permitidos”, enumera Shawa, quien critica que incluso el cruce de Rafah sigue sellado.
Muchos analistas apuntan a que “la última guerra”, como se refieren a la ofensiva los habitantes de la franja, elevó de nuevo el sentimiento de desesperación y frustración de los casi 1.8 millones de personas atrapadas en cerca de 360 kilómetros cuadrados.
Ante el creciente fenómeno, el portavoz del Ministerio del Interior de Gaza, Eyad al-Bozom, sostuvo que los datos “son muy exagerados”.
“El férreo bloqueo y la clausura de los túneles frustrarían cualquier intento y hablar sobre cifras tan elevadas es erróneo”, afirmó.
Por su parte, Ahmad Assaf, portavoz del partido nacionalista palestino Al Fatah, arremetió contra el movimiento en la Franja y criticó que lo que está sucediendo “es un error resultado de la administración en Gaza, incapaz de reconocer el gobierno de unidad nacional actuando como un gobierno en la sombra”.
“La gente en Gaza está oprimida y deprimida, y si hacen esto es porque quieren escapar del desastre creado por Hamas”, explicó.
“Desafortunadamente, no ven la luz al final del túnel y por eso prefieren huir y morir que quedarse bajo el opresivo mandato de Hamás”, concluyó.