El Perú es un país minero, pero el modelo productivo del campesino pobre frente al Estado y a la empresa ricos está bloqueado socialmente y no tendrá solución ni con mesas de diálogo ni con el Ejército, porque las comunidades y los campesinos son dueños del suelo, pero los minerales del subsuelo pertenecen al Estado que los concesiona a las empresas a cambio de impuestos. Y los campesinos ven que la empresa gana, que el Estado central y regional ganan pero que, a ellos solo les queda la pobreza o ser obreros en la mina. Y se oponen.
Por eso, hemos propuesto, como primer paso, un canon comunal que les entregue parte de esos impuestos y las regalías, para que ellos, sin burócratas intermediarios, compren sus tractores, sus camiones, hagan sus represas, revistan sus canales, reforesten sus tierras, etc., y financien la educación superior de sus hijos. La propuesta ha tenido una importante acogida.
Pero el tema de fondo es que el modelo actual, que llegó con la legislación del Virreinato, debe cambiar. Ese gran debate nacional conviene al Perú. En Estados Unidos, Canadá o Sudáfrica, los propietarios del suelo también son propietarios del subsuelo y con ello, solo en la última década, por su interés e iniciativa, se crearon miles de empresas, pozos de shale gas y Estados Unidos pasó a ser exportador de energía. Con el impulso de miles de propietarios, se multiplicó la inversión, el Estado cobra más impuestos, se cumplen los requisitos ambientales, pero no existe conflicto porque todos se benefician.
El Perú es mucho más rico que Chile, pero este exporta tres veces más cobre; y los geólogos saben que, de todos los recursos conocidos, nosotros solo explotamos el 10%.Por eso, para que nuestro país aproveche lo que existe en su territorio y el pueblo impulse esa inversión, el dueño de la superficie también deberá ser dueño del subsuelo, participar en la riqueza, recibir las regalías y tratar directamente con el capital y la tecnología. El campesino tendrá interés en aliarse con las empresas y habrá más inversiones en zonas nuevas.
Claro que esta profunda reforma no corresponde solo a un partido, sino que debería ser aprobada por el pueblo en un referéndum constitucional. Así se creará riqueza para quien no la tiene, como propuso Haya de la Torre.
Con el nuevo modelo, superaremos el conflicto campesino-minero que bloquea la inversión. Porque los campesinos también tienen espíritu emprendedor, saben comerciar y quieren prosperar. El Perú no puede seguir tratándolos como niños bajo tutela. Y mientras el país lo decide, para las áreas que ya están en concesión o producción y tienen contratos, crearemos un nuevo canon comunal que distribuya parte de los impuestos a las comunidades para que ellas ejecuten directamente sus obras y proyectos empresariales innovadores.
Así, la riqueza llegará directamente a los campesinos con su iniciativa y luego, con la reforma, habrá muchas inversiones mineras, con la mejor tecnología medioambiental, pero con justicia social. Será un país más moderno.