Iberoamérica es el resultado de nuestra historia compartida y refleja nuestras raíces, nuestros valores y nuestra cultura. Los vínculos profundos que nos unen convierten a Iberoamérica en un espacio privilegiado para el diálogo y la cooperación.
Con esta visión, hace más de dos décadas, los países de América Latina, junto con España y Portugal, promovimos la creación de la Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, cuya primera edición se realizó en la ciudad de Guadalajara, México, en 1991. A 23 años de su creación, la Cumbre Iberoamericana sigue vigente y los propósitos compartidos que llevaron a su creación persisten.
Hoy, la conferencia reúne a 22 naciones, que congregan a 650 millones de personas, es decir, cerca del 10% de la población mundial; además, en conjunto, el PBI de nuestros países equivaldría a la tercera economía global. Para continuar impulsando este potencial, durante la pasada cumbre, celebrada en Panamá en octubre del 2013, nos comprometimos a compartir y analizar estrategias regionales para la promoción de políticas sociales eficaces acordes a las necesidades de nuestra región transatlántica.
Después de un proceso profundo de reflexión para renovar nuestro foro, México tiene el honor de hospedar, en la bella y simbólica ciudad de Veracruz, la XXIV Cumbre Iberoamericana hoy y mañana. Nuestra nación recibe a los jefes de Estado y de Gobierno de los países integrantes con la calidez que caracteriza al pueblo mexicano, convencida de que el trabajo conjunto revitalizará y dinamizará este importante mecanismo de diálogo. Bajo el lema “Educación, innovación y cultura”, la Conferencia Iberoamericana regresa a sus orígenes con el objetivo de seguir construyendo una historia común que responda a nuestro renovado ánimo de cooperación.
Para ello, durante el 2014 trabajamos en la reforma de la Conferencia Iberoamericana, en el financiamiento de proyectos de política pública y en nuevos mecanismos de rendición de cuentas. También hemos gestionado un nuevo reparto de cuotas, la reestructuración de las oficinas subregionales y la integración de estrategias de los distintos organismos iberoamericanos a cargo de un comité de dirección estratégica. Además, hemos establecido una periodicidad bienal de las cumbres iberoamericanas.
Sin duda, la región iberoamericana tiene un modelo de cooperación innovador que se ha erigido como ejemplo para el mundo. Este modelo, aunado a los 32 programas, iniciativas y proyectos que se desarrollan en las áreas de cultura, cohesión social y del conocimiento, son considerados como experiencias pioneras y referencias valiosas por numerosos países y organismos internacionales.
Con esto en mente, recuerdo las palabras del rey Juan Carlos de España, quien, durante su participación en la histórica Cumbre de Guadalajara, destacó que “por encima de nuestras preocupaciones nacionales despunta un sentimiento común que todos compartimos: la voluntad de trabajar juntos por el bienestar y la prosperidad de nuestros pueblos”. Con ese espíritu, estoy seguro de que la cumbre en Veracruz nos permitirá consolidar una región más fuerte, próspera e incluyente, que privilegie la formación integral de las nuevas generaciones.