El 24 de enero de este año El Comercio convocó a alcaldes y especialistas a una mesa redonda sobre la Costa Verde. Dirigida por Fritz Du Bois, concluyó que su principal problema es el proceso de gestión.
El modelo con el cual se conduce, estructurado bajo 6 distritos autónomos, tocó fondo. El desastre actual de la Costa Verde es resultado del modo como se ha venido dirigiendo. Tiene una gobernabilidad precaria, gracias a la ley de creación de la autoridad en 1994, que entregó la propiedad ribereña a cada uno de los distritos. A diferencia de la ley de 1982 que reconocía a la Municipalidad de Lima como la autoridad única en el corredor ribereño de Chorrillos a San Miguel.
Hoy, la propuesta de ley presentada por la Autoridad de la Costa Verde ha logrado lo que no pudieron los derrumbes, los muertos y los accidentes: unir a los alcaldes bajo la idea de “todos contra la ley” que crea una instancia única para manejar los terrenos del borde costero.
¿Qué pasó después de 1994? Los alcaldes que podían, porque tenían terrenos, se dedicaron a vender la Costa Verde. Chorrillos a un grupo coreano que instaló un centro de convenciones y restaurantes. Barranco vendió su primogenitura a una Marina Club y restaurantes. Miraflores cuidó mejor su patrimonio y admitió Larcomar y el Lugar de la Memoria en el acantilado; San Isidro no tenía nada para vender y Magdalena se encontró una preciosa plataforma que alquila todo el año. San Miguel aún está a la espera. Dicen que habrá un acuario promovido por el Ministerio de Vivienda (¿?).
Desgraciadamente la Municipalidad Metropolitana de Lima perdió liderazgo y en 4 años solo hizo ampliaciones viales, escaleras y jardincitos. Amén del desastre de La Herradura.
Esa ausencia la ha puesto en mal pie para liderar ahora un nuevo modelo de gestión. Pero eso no invalida la real necesidad de modificar el gobierno de la Costa Verde.
Los alcaldes distritales insisten que la propuesta es inconstitucional y viola sus límites. ¿Dónde dice que sus límites son los terrenos ganados al mar? La Costa Verde es hechura del gobierno metropolitano, a partir de la visión genial del arquitecto Aramburú Menchaca. Los temas pendientes de resolver son: 1) un marco legal que reformule la actual autoridad. No se necesita desaparecerla; 2) un plan maestro que defina la imagen final de esa Costa Verde para todos como parte de la visión de un borde costero desde Pucusana hasta Ancón. Que facilite una gestión integral y precise proyectos estratégicos concordados con los distritos incluyendo al Callao. Las concesiones indebidas pueden ser revisadas. Eso no es atentar contra la inversión privada; y 3) los distritos son operadores del plan maestro de cumplimiento obligatorio. Esta vez Lima tiene razón aunque haya empezado a preocuparse tarde. Debe poner a discusión la visión del espacio público más importante de la ciudad, para hacer un balance de lo caminado. Pero seguir como estamos, no tiene futuro.