Las sanciones más estrictas y las políticas de compensación y gobernanza más agudas no son sustitutas de una sólida responsabilidad individual basada en valores y principios éticos. Es decir, que los profesionales de las empresas y el Estado hagan lo correcto, incluso cuando nadie está mirando. Esto, que suena simple, es lo más difícil de conseguir. Más aun sin perder de vista que el objetivo no es únicamente ser moralmente justo, sino económicamente acertado. Ante ello cabe preguntarse cómo mejorar el impacto social de la inversión. Se me vienen a la mente tres temas:Financiamiento a las pymes: Las pequeñas y medianas empresas son la columna vertebral de la mayoría de países. Globalmente, casi la mitad de los empleos son creados, y sostenidos, por las pymes. Y en el Perú estas representan más del 90% de total de empresas, mientras que absorben casi dos tercios del empleo. Sin embargo, el costo de la intermediación financiera se ha mantenido más o menos igual desde su auge en los 90. Así, tenemos una inmensa oportunidad para fomentar la inclusión financiera y proveer un mayor valor del dinero destinado a los individuos y a los pequeños negocios. Ello constituye un reto normativo y regulatorio que asegure un buen ecosistema para hacer empresa y que permita el flujo necesario de recursos frescos sin animar al sobreendeudamiento y asegurando la protección de la información. En este objetivo, el mercado de capitales es clave para incrementar la competencia.
Inversiones en bienes públicos: Ingentes cantidades de dinero necesitan ser movilizados para abordar el enorme déficit de una infraestructura sostenible, y hacer de nuestros países un mejor lugar para las generaciones que vienen. La gigantesca corrupción que rodea este objetivo constituye un reto desalentador. Pero también brinda una oportunidad para el Estado, las empresas y el sector financiero. La brecha solo puede ser cubierta con una combinación de recursos públicos y privados, desde el crédito bancario hasta la financiación de proyectos o ‘project finance’. La clave es que las inversiones públicas y privadas sean complementos, no sustitutos. Deben ir juntas para crear las condiciones correctas para la inversión, lo que incluye políticas económicas sanas, sólidos marcos legales, buena gobernanza y tolerancia cero para la corrupción. Sea que venga del sector privado o público.Liderazgo femenino: La inclusión va más allá del financiamiento. Requiere también la diversificación del liderazgo. Y es que una mayor diversidad agudiza el pensamiento y lleva a una mayor prudencia y a una mejor toma de decisiones.Luego de la semana del Día Internacional de la Mujer, vale la pena destacar un reciente artículo de Christine Lagarde titulado “Un imperativo global”. En él afirma que luego de más de un siglo de haber sido instaurado el Día Internacional de la Mujer, el foco en lo referente al respeto y a las oportunidades para las mujeres continúa siendo sorprendentemente relevante: desde el acoso sexual y violencia hasta la injusticia en el centro laboral, donde las mujeres, con demasiada frecuencia, están subempleadas, subpagadas y subpromocionadas.
El artículo enfatiza el rol de las políticas públicas en la creación de un ecosistema que ayude a las niñas y mujeres a acceder a aquello que necesiten para una vida plena: educación, salud, transporte seguro, protección legal contra el acoso, financiamiento y arreglos laborales flexibles. Y es que más allá de las importantes consideraciones éticas, el empoderamiento femenino representa una oportunidad en la búsqueda de estabilidad macroeconómica y crecimiento con inclusión.Hay amplia investigación que demuestra que una mayor participación de mujeres en la alta dirección, los directorios y los supervisores están asociados a una mayor estabilidad, lo que apuntala un crecimiento más sólido y durable. Concluye que los países enfrentan diferentes retos, pero que el empoderamiento de la mujer se mantiene como un común denominador y un imperativo global no solo para todos aquellos a quienes les interesa la justicia, la inclusión y la diversidad, sino para quienes buscan una mayor productividad y crecimiento de la sociedad a la que pertenecen.