El escritor JJ Bola ha publicado un libro que nos hace volcar la mirada hacia los hombres. Dicho de otra forma, que nos hace mirar cómo los estereotipos de género los perjudican también a ellos.
“Sacándose la máscara, masculinidad redefinida” (Mask Off, Masculinity Redifined) comienza con una anécdota personal. Bola creció en una comunidad congoleña en Londres, donde era común caminar de la mano de ‘tíos’ adultos, amigos de la familia. Es entrando a la adolescencia, luego de un episodio incómodo, que se da cuenta de que esto que para él era tan normal no era bien visto por la gente de su edad en la cuadra. “Esta es una de las muchas experiencias que tuve creciendo que me hizo cuestionar mi masculinidad, y me llevó a reflexionar sobre la pregunta que se supone no debemos hacer: ¿qué significa en realidad ser hombre?”.
Ciertas concepciones estereotipadas sobre la masculinidad se encuentran detrás de ideas como que ‘no es de hombres’ caminar de la mano. Estas varían dependiendo del contexto, pero muchas de las que el autor menciona resuenan en el Perú. Por ejemplo, la idea de que hay que ‘actuar como hombres’. Una frase que, como sabemos, se suele usar mucho para controlar el comportamiento de las personas: “Los niños aprenden rápidamente que expresar sus emociones, particularmente las muestras de vulnerabilidad como llorar, son debilidades”. Asociada a lo anterior está la creencia de que hay comportamientos ‘gays’: la frase ‘qué gay’, por ejemplo, suele ser usada para criticar muestras de intimidad o expresión de sentimientos entre hombres.
Hay muchos otros estereotipos que podríamos mencionar, pero solo por hablar de uno más, detengámonos en el ‘hombre de verdad’. Un concepto que Bola toca, pero que quizás vale la pena entender de la mano de “Difícil ser hombre”, libro editado por la antropóloga Norma Fuller y publicado por el Fondo Editorial de la Universidad Católica el año pasado. En uno de los textos, Alejandra Salguero y Ramón Alvarado estudian cómo el ideal ‘hombre de verdad’ se relaciona en Latinoamérica con el honor, la fortaleza, la virilidad y la dureza de emociones y de sentimientos. Para muchos hombres, algunas maneras de probar que encajan en esta figura “más que generar privilegios provocan dolor, pena, y experiencias que los han llevado a poner en riesgo su salud. El precio a pagar por vivir de acuerdo al modelo hegemónico de masculinidad es muchas veces un riesgo para la salud física y emocional, ya que los hombres que se rigen por estos principios llegan a suprimir una serie de emociones, necesidades y posibilidades, tales como el cuidado de sí mismos [...], sentimientos que no son vistos como consistentes con el poder masculino”.
Otro de los artículos de ese volumen, escrito por Alexander Huerta Mercado, cita a Fuller para discutir las maneras en las que en la clase media peruana se les exige a los hombres actuar de maneras masculinas que son a veces contradictorias. Los jóvenes tienen que ser viriles. De adultos, padres responsables y proveedores y, al mismo tiempo, exitosos en el trabajo y con buena imagen pública. “Las contradicciones en estos planos son evidentes, primero exigen al varón mostrar fortaleza y virilidad, luego ternura y paternalismo, además de tener éxito y estar constantemente en la esfera pública a la vez que estar presente constantemente como padre en la esfera privada”.
Querer ver cómo la sociedad en la que vivimos afecta las maneras de ser hombre, y enfatizar también que hay distintas maneras de serlo, no significa negar que las mujeres estén en desventaja en muchos sentidos. Significa entender que los estereotipos también los afectan a ellos. Y es con este lente que debemos enfrentar diversos asuntos en la sociedad, como por ejemplo la educación.
“La hombría, como la masculinidad, no es una entidad fija –dice Bola–. Es siempre cambiante, fluida y, más importante, es y puede ser cualquier cosa que quieras que sea. Sin embargo, mientras continúen habiendo creencias rígidas y estereotipadas sobre la masculinidad que no sean puestas en cuestión, los hombres muchas veces son incapaces de suscribir a una masculinidad que esté fuera del statu quo”.