Es lamentable comprobar cómo las dos principales candidaturas al sillón municipal de la capital presentan serios problemas de confiabilidad más allá de los directamente relacionados con la eficiencia de gestión (tema este, por lo demás, en el que Castañeda, contrariamente al sentir mayoritario, también tiene un récord muy dudoso).
En este sentido, el principal problema del ex alcalde es grande, muy conocido y tiene nombre propio: Comunicore. La historia de un indefendible negociado que involucra directamente al gerente municipal, al gerente administrativo y al gerente financiero de la gestión de Castañeda, todos ellos hombres de confianza suyos por más de 15 años y hoy investigados por colusión y malversación de fondos públicos. Lo que, junto con los montos involucrados en la operación, deja solo dos opciones: o Castañeda sabía de Comunicore o no se enteraba de lo que hacían sus principales hombres de confianza con el dinero de la ciudad.
Menos conocido, sin embargo, es que la gestión de la alcaldesa Villarán tiene un caso que, aunque en proporciones evidentemente diferentes, presenta importantes paralelismos con este. Ello al menos en lo que respecta a haber sido también protagonizado por altos cargos de confianza nombrados por la alcaldesa, a haber involucrado decisiones respecto de un dinero público que terminó favoreciendo a personas relacionadas con estos altos cargos y a la manera como la máxima autoridad se lavó las manos de todo el asunto.
La historia va así: la Caja Metropolitana es una empresa financiera que pertenece a la Municipalidad de Lima (MML). Para manejar esta entidad –acaso una de las más importantes a su cargo y de la que ella misma ha recibido préstamos– la alcaldesa nombró a José Miguel Castro (presidente hasta la actualidad de la caja). El señor Castro había trabajado en el pasado en el sector privado con el empresario Andrés Muñoz Ramírez, con quien, aparentemente, trabó amistad. Pues bien, se dio el caso de que la caja requería una opinión profesional sobre una deuda de S/.40 millones que tenía con ella un cliente. ¿A quién contrató la caja para esta consultoría? Al señor Muñoz. ¿Cómo lo contrató? Irregularmente: el gerente de riesgo que firmó uno de los informes sustentando la contratación no trabajaba aún en la caja en la fecha de dicho informe (aunque luego lo validó). ¿Qué concluyó la consultoría del señor Muñoz? Qué había que titularizar la deuda de los S/.40 millones. ¿A quién contrató entonces la caja para titularizar la deuda? A Acres Sociedad Titulizadora, presidida, ni más ni menos, por el mismo señor Muñoz. ¿Cómo se la contrató? Irregularmente. Ni siquiera se tomaron en cuenta las propuestas de otros postores: aunque usted no lo crea, la factura de Acres fue girada y recibida antes de la realización del estudio de mercado y de la evaluación de las propuestas (de acuerdo con la contraloría). ¿Cuánto cobró Acres por el trabajo? S/.1,3 millones.
Como cereza de la torta, los antes mencionados gerentes de Riesgo y Finanzas de la caja dejaron luego sus funciones y pasaron a trabajar para el señor Muñoz.
Esta no ha sido la única vinculación comercial llamativa del señor Muñoz con la caja. Una inmobiliaria de su propiedad recibió un préstamos de US$1 millón de la entidad; préstamo que esta concedió sin considerar los requisitos establecidos en su propio manual de créditos inmobiliarios. Según la contraloría, la empresa no calificaba como sujeto de crédito. La inmobiliaria solo invirtió un décimo del préstamo en el proyecto.
El Órgano de Control Institucional de la caja ha denunciado estos hechos y la contraloría ha dicho que hay indicios de delito.
¿Qué ha dicho la alcaldesa Villarán sobre el escándalo? Que “la respuesta a la contraloría es una respuesta que hacen los órganos administrativos de manera regular”. O sea, nada.
Y ahí no acaban los paralelismos en cuanto a la falta de confiabilidad. Castañeda ha afirmado que la financiación de su campaña proviene de “una telaraña” que forman “varias personas” y que se va “a aclarar en su momento”. Villarán, por su parte, ha dicho que sus paneles los financian “unos amigos”. Ya antes había dicho que el publicista Favre la estaba aconsejando gratuitamente porque se habían hecho “muy buenos amigos” y aun antes, en la campaña contra la revocación, declaró haberle pagado unos honorarios muy poco verosímiles para una empresa como la del brasileño.
Por lo demás, en el tema de la institucionalidad política, ambos candidatos tampoco logran inspirar mayor respeto. Castañeda, luego de haber movido el intento de “revocación” desde atrás, fue “elegido” candidato de su partido en unas elecciones fantasmas de las que nadie supo nunca nada hasta que se anunció a la prensa que él las había ganado. Villarán, pese a sus convicciones supuestamente institucionalistas, se ha presentado en un vientre de alquiler, Diálogo Vecinal, que, de hecho, según lo denunció el incumbente, ya había sido “alquilado” por otro candidato. Por si esto fuera poco, se presenta en alianza –hecha luego del muy grueso escándalo de Ecoteva– con Alejandro Toledo. “Pido a Dios que le dé la capacidad de responder”, ha dicho la alcaldesa sobre este último. Mientras esta capacidad llegue, ella va con él y usa su maquinaria partidaria. ¿Se podrá pedir también a Dios mejores candidatos?