El 24 de diciembre pasado, el Ministerio del Interior (Mininter) aprobó la compra de 591 binoculares chinos para la policía al consorcio Nise TCH Corporation & US Tronix. El total de lo que se pagaría por estos aparatos ascendía a S/.2’858.667, lo que significa que cada uno de estos binoculares iba a costarle al Estado S/.4.837. ¿Cuál era el problema? Pues que esa suma equivale a más de 14 veces lo que realmente valen estos aparatos en el mercado.
El miércoles este Diario publicó una nota de nuestra periodista Fabiola Torres que describía cómo así el mencionado consorcio estuvo a punto de hacerse de este costoso regalo navideño. Resulta que el departamento de logística del Mininter no había consultado a los fabricantes de estos artículos para realizar un estudio de precios, ni tampoco había analizado las condiciones de licitaciones similares. La excusa del Mininter: el Sistema Electrónico de Contrataciones y Adquisiciones presentaba fallas y no era posible consultar información de licitaciones pasadas.
Usted, señor lector, seguro se preguntará si también habrían fallado las líneas telefónicas o Internet en el ministerio durante todas las semanas que duró el proceso de compra. Y es que solo así se explicaría que sus funcionarios no hubiesen hecho una llamada, enviado un correo electrónico o visitado la página web de un fabricante de estos equipos para asegurarse de que estaban gastando bien los recursos públicos y que pagarían el precio correcto.
Luego, sucedió otra cosa que, coincidentemente, terminó favoreciendo al mentado consorcio. Junto con este último, se presentaron solo dos empresas que ofrecían los binoculares, pero el comité de compras las descalificó por razones administrativas y, así, solo abrió la propuesta económica de Nise TCH Corporation & US Tronix.
No era tan complicado darse cuenta de que los productos ofrecidos estaban sobrevalorados. Cuando Fabiola Torres pidió información sobre los binoculares al consorcio, este remitió un catálogo que resultó ser un montaje elaborado con una fotografía que no correspondía al binocular vendido e indicó que el fabricante era una compañía ítalo-americana, cuando realmente era china. ¿No es preocupante que una evidente y fraudulenta sobrevaloración no pueda ser detectada por una oficina de compras del ministerio encargado de la seguridad interna? ¿O es que alguien no quiso detectarla?
La compra, finalmente, fue anulada por el Mininter (según esta institución, esto no tuvo que ver con la denuncia de El Comercio, lo cual resulta extraño pues cuando llamamos a dicha entidad en nuestras investigaciones para preguntarle sobre este proceso, el mismo, según el portal del Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado, seguía en marcha).
El ministro Albán ha reaccionado muy preocupado por tratar de precisar que el proceso de adquisición se realizó en la gestión de su antecesor, el señor Pedraza (que, dicho sea de paso, sigue participando de decisiones que involucran a este ministerio). Sería estupendo que hubiese sido igual de enfático para explicar qué medidas concretas tomará para determinar cómo así casi se concreta lo que podría ser o una grave negligencia o un caso de corrupción. Más aún considerando que el ministro llegó a esta cartera con la promesa de desterrar cualquier mala práctica.
Toda esta situación no hace más que volver a resaltar la importancia de que existan organismos independientes que se encarguen de las compras que tienen que ver con seguridad interna y defensa. En este último caso, el año pasado se dijo que esto es lo que sucedería con la Agencia de Compras de las Fuerzas Armadas, pero aún no se conocen resultados.
Paralelamente, es necesario que exista más transparencia en todo el sistema. La información presupuestal sobre seguridad y defensa en el portal de transparencia del Estado es escasa y el año pasado, además, se decretó que se sancionaría hasta con 15 años de cárcel la difusión de cualquier información relacionada con la seguridad y la defensa nacional, lo que dificulta la fiscalización ciudadana de este tipo de gasto.
No son ciencia oculta las reformas que deben hacerse. Ojalá no esperen hasta la siguiente licitación navideña para hacerlas.