El lunes pasado, la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso aprobó un dictamen que propone la creación de escaños electorales para los peruanos residentes en el exterior. La idea es dar representatividad parlamentaria a aquellos connacionales en el extranjero que hoy votan por congresistas que postulan por Lima y que tienen un interés especial en normas como la ley del retorno.
A primera vista, parece una buena iniciativa. Después de todo, ¿no es acaso lógico agrupar a todos los peruanos en el exterior en una suerte de circunscripción adicional? La propuesta, sin embargo, tiene serios problemas de operatividad y de fondo. Entre las dificultades de funcionamiento saltan a la vista limitaciones prácticas. ¿Los congresistas en el exterior viajarán al Perú para formar parte de las comisiones? ¿Ejercerán la representatividad desde sus países de residencia? ¿La fiscalización de sus campañas electorales deberá realizarse a escala global? Quizá sea por estos inconvenientes que, en América Latina, tan solo Ecuador y Colombia tienen un esquema similar de representación.
Más allá de su viabilidad operativa, los cuestionamientos de fondo a este dictamen tienen que ver con su impacto real sobre el funcionamiento del Congreso y sobre su nivel de representatividad. Aparte de iniciativas esporádicas como la mencionada ley del retorno, son pocos los proyectos de ley que afectan de manera directa a quienes viven bajo otras jurisdicciones.
Aunque impopular, la verdad es que parte de los problemas de representatividad del Congreso pasan por el bajo número total de parlamentarios. Solo por mencionar a los miembros de la Alianza del Pacífico, mientras que en el Perú hay un parlamentario por cada 230 mil ciudadanos, en Chile esta cifra es de 113 mil, en Colombia es de 179 mil, y en México es de 192 mil. En Lima, cada congresista representa a 277 mil vecinos, un número que se haría aun más alto en caso dos de sus escaños pasen a los peruanos residentes afuera, como propone el dictamen. Como con cualquier recurso escaso, los escaños deben ir a quienes más los necesiten y no queda claro que las comunidades de peruanos en el exterior sean el receptor idóneo.