La semana pasada se destapó otro escándalo que vuelve a empañar la ética de la gestión de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML). El diario “Correo” encontró que de marzo a junio de este año la MML contrató a una empresa para que realizara ‘focus groups’ sobre la calidad de los servicios municipales. Estos estudios, sin embargo, también habrían sido aprovechados para realizar consultas acerca de la conveniencia de la postulación a la reelección de Susana Villarán y de quién sería el mejor candidato a teniente alcalde. Así, funcionarios municipales habrían aprovechado los tributos pagados por los contribuyentes de Lima para un fin proselitista, aparentemente incurriendo en el delito de malversación de fondos.
Cuando se pidió explicaciones a la señora Villarán acerca de este actuar irregular de sus funcionarios en favor de su campaña, ella, en un primer momento, prefirió quitar el cuerpo. Respondió que fueran a la MML a preguntar porque ella estaba de licencia. Luego, por Twitter, declaró: “Levanten todas las alfombras que no tenemos miedo”, como si se tratase de una imputación falsa. Finalmente, al día siguiente, cuando los videos de los hechos en cuestión impedían seguir escapando a las acusaciones, la alcaldesa-candidata emitió un comunicado en que señaló que no avala esa práctica y que ha pedido personalmente que se abra una investigación administrativa.
Es difícil imaginar que la señora Villarán no estuvo enterada de la realización de los ‘focus groups’ en favor de su campaña. Para empezar, porque ella es la primera beneficiada con los mismos y la principal persona que podía dar uso a sus resultados. Ahora, siempre existe la posibilidad de que las preguntas no hubiesen sido dictadas por la señora Villarán y que hubiesen sido encargadas por un voluntarioso funcionario edilicio que solo quería dar una mano a su alcaldesa. Sin embargo, en ese supuesto, es complicado creer que posteriormente ella no tuvo acceso a esos estudios, pues, además de contener información importante para que ella tomase decisiones para su campaña, incluían los resultados de la evaluación de diversos servicios municipales. Y, en ese supuesto, lo que habría correspondido a la señora Villarán es advertir que se estaban utilizando fondos públicos para fines impropios y sancionar a los funcionarios responsables de estos hechos.
La versión de la alcaldesa, sin embargo, es que ella no tuvo nada que ver. Que ella no encarga los estudios para su campaña y que no lee los resultados de los estudios que se realizan sobre la misma ni sobre la calidad de los servicios municipales. Por supuesto, es probable que la señora Villarán esté así de desconectada de su actividad proselitista y de su labor de cabeza del municipio y que su versión sea real. Si fuese así la cosa, sin embargo, resulta decepcionante que su primera reacción sea tratar de evadir responsabilidad y solo cuando se encuentra acorralada por los hechos salga a ordenar investigaciones.
En todo caso, es una pena que la gestión de la señora Villarán, que se presentó a sí misma como el paradigma de la decencia y la transparencia en la política, esté marcada con hechos de este tipo. Hechos a los que se suman el escándalo de conflictos de intereses y contratos cruzados en la Caja Metropolitana, donde la alcaldesa también prefirió evadir responsabilidad alegando que “la caja es un ente autónomo”, a pesar de que quienes la manejaban eran funcionarios de su total confianza designados por ella misma. No olvidemos tampoco, por supuesto, la negativa de la señora Villarán a ser transparente con el origen de los fondos de su campaña (cosa que se repitió en el proceso de revocación). Y tampoco pasemos por alto que poco le importó a la alcaldesa subir a su coche a aliados éticamente cuestionables solo para reforzar su partido, como Perú Posible, cuya reputación se encuentra manchada por el Caso Ecoteva.
La gestión de la señora Villarán no ha sido, a diferencia de lo que ella dice, una que se distinga por un alto estándar ético. Ojalá, por lo menos, que si le toca retirarse de la alcaldía lo haga dejándonos al responsable de estos últimos vergonzosos eventos.