La semana pasada el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que busca que se puedan imponer sanciones contra los funcionarios venezolanos que hayan violado derechos humanos durante la crisis política que viene afrontando el país llanero. Como quien no pierde el tiempo, en la reunión de cancilleres celebrada el viernes en las islas Galápagos, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) rechazó esta iniciativa mediante un comunicado que indica que dichas sanciones violarían el principio de no intervención en asuntos de otros estados y afectarían el proceso de diálogo entre gobierno y oposición. Según el mencionado pronunciamiento, la propuesta estadounidense sería un “obstáculo” para que el pueblo venezolano “pueda superar sus dificultades con independencia, en paz y en democracia”.
¿Qué sucede en Venezuela mientras la Unasur defiende la autonomía del gobierno chavista? Para empezar, Maduro no toma ninguna medida que permita viabilizar el diálogo con la oposición en la ruta de lograr compromisos. A fin de cuentas, él tiene la fuerza de las armas y la plata del petróleo de su lado y más le conviene seguir apostando por la represión.
La semana pasada, de hecho, Maduro descartó uno de los pedidos claves de la oposición: la liberación de los presos políticos encarcelados por protestar contra el régimen. El presidente venezolano, incluso, largó enfurecidamente del salón donde se desarrollaban las conversaciones a un alcalde opositor por plantear este pedido.
Paralelamente, como si no fuese suficiente haber terminado con la televisión opositora de señal abierta y haber restringido fuertemente la comercialización de periódicos, Maduro decidió terminar con el periodismo libre por cable. El mismo día que los cancilleres de la Unasur se pronunciaban en defensa de la “democracia” venezolana y del régimen chavista, este último promulgaba una norma que otorga al gobierno la potestad de imponer cuantos canales considere en el menú de programación que ofrecen las distintas empresas de televisión por cable. Así, podrá ordenar transmitir gratuitamente los canales en los que “el Estado tenga interés”. Además, en otra norma publicada simultáneamente se fuerza a las empresas de cable a solicitar un nuevo permiso de operaciones al gobierno, que podrá ser revocado o suspendido cuando la oficina encargada “lo juzgue conveniente a los intereses de la nación o cuando así lo exigiere el orden público o la seguridad nacional”. En otras palabras, se ha autorizado al gobierno a quitarle la licencia a cualquier empresa que transmita un canal que le resulte incómodo.
Por su lado, la situación económica solo va de mal en peor. El fin de semana publicamos una nota del diario venezolano “El Nacional” que daba cuenta de cómo los ciudadanos del país llanero usan métodos de limpieza de antaño a raíz de la escasez: pulen los pisos con cera de vela y kerosene porque no consiguen cera para suelos, utilizan jabón en polvo para sustituir el lavavajillas y reemplazan con lo que pueden el detergente, pues este se ha vuelto un producto de lujo. Y todo esto, por supuesto, se suma a la escasez de papel higiénico, medicinas y otros productos de primera necesidad tan difundida desde hace meses.
La Unasur dice estar defendiendo la autonomía del país y el proceso democrático venezolano. Pero lo que está protegiendo, realmente, es a un régimen que atropella los derechos humanos, que viola la libertad de prensa, que ha sumido a Venezuela en la debacle económica y que no tiene ningún interés en un proceso real de diálogo. Por supuesto, nada de esto sorprende. Desde su creación, la Unasur ha servido solo para apañar los abusos de los regímenes autoritarios. A pesar de que sus miembros se comprometieron en el 2010 a sancionar conjuntamente a los gobiernos que violen el orden constitucional o que pongan en riesgo el legítimo ejercicio del poder y la vigencia de los valores y principios democráticos, ahora la Unasur prefiere ahorrarse la molestia y ser un testigo cómplice de cómo se atropellan las libertades de los venezolanos.
Nos preguntamos: ¿Para qué queremos ser parte de esta comedia?