Hace unos días informábamos de la extraña situación en la que fueron asesinados tres jóvenes cabos del Ejército Peruano por un oficial mientras prestaban servicio en el puesto de vigilancia N° 3, ubicado en el distrito de El Cenepa (Amazonas) en la frontera con Ecuador. Si bien en un primer momento la hipótesis que se manejaba es que habrían sido baleados debido a que abandonaron su puesto de vigilancia por ir a cazar en busca de alimentos, el más reciente reporte señala que estos habrían sido asesinados por sustraer arroz de las reservas de la base de frontera para así poder alimentarse, lo que habría enfurecido al oficial que les disparó.
Si bien las circunstancias aún son investigadas, la muerte de los cabos Alexander Bardales, Luis Tsejem y Rober Kunchikui, de entre tan solo 18 y 19 años de edad, y naturales de las comunidades nativas de Shaim, Canga y Tsawantus, lejos de pasar desapercibida, amerita especial atención. Y es que más allá de los detalles de cómo fueron asesinados, queda claro que la búsqueda de alimentos fue la que habría desencadenado sus muertes. De hecho el hermano de una de las víctimas denunció que los soldados estaban abandonados y sin comida desde hacía varios días y que en varias oportunidades le habían escrito cartas en las que le informaban sobre las inclementes condiciones de abandono en la que vivía el personal de la base militar.
Hace unos días se conoció, además, que las raciones de comida para el puesto N° 3 tenían más de un mes de retraso. Por si fuera poco, al parecer las víctimas se encontraban desde hace más de siete meses en dicho puesto lo que para el ex ministro de Defensa y ex jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas Roberto Chiabra debe ser investigado debido a que, por lo complicado de la zona, el personal debería ser relevado cada tres meses, máximo seis.
Este penoso caso demuestra la lamentable situación en la que se encuentra gran parte de nuestros jóvenes soldados en zonas de frontera y conflicto. Lo cierto es que este caso no es el primero que demuestra la triste situación de nuestro personal militar en lo que respecta a su alimentación. Así, por ejemplo, lo demostró un informe de la propia Contraloría General de la República que daba cuenta de la existencia de irregularidades en los procesos de compra de alimentos.
El informe señala que entre el 2009 y el 2010, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas habría gastado más de S/.4,5 millones en raciones de combate destinadas al Vraem que los militares se negaban a consumir por temor a enfermarse. Durante la inspección se encontró que las raciones para los efectivos militares tenían fuertes olores relacionados con la descomposición y que no contenían los alimentos recomendados para una adecuada nutrición. Por si fuera poco, una encuesta dio como resultado que, según el 88% de los efectivos, no consumían los alimentos porque se enfermaban del estómago o les causaban malestares.
Este tipo de carencias no termina solo en temas alimenticios sino que se repiten inclusive en temas de protección y equipamiento. Así tenemos, por ejemplo, que en el 2012 el Comando del Ejército dispuso la adquisición de mil chalecos antibalas tipo 4 (que soportan municiones de fusiles Kalashnikov y Galil de calibre 7,62 que normalmente utilizan los senderistas) para proteger a los efectivos militares en el Vraem. Sin embargo, como mencionó un alto oficial “para abaratar costos” finalmente se adquirieron otros chalecos de menor calidad e inapropiados para el combate en la zona, por lo que no pudieron ser utilizados para su original propósito.
Incluso, a muchos de nuestros soldados ni siquiera se les equipa adecuadamente para tareas elementales y cotidianas. A inicios de noviembre siete marinos murieron intoxicados a consecuencia de la inhalación de gases tóxicos luego de una emanación producto de una falla de la motobomba con la que desaguaban un dique en los astilleros de los Servicios Industriales de la Marina (SIMA) a orillas del río Nanay en Iquitos. Los efectivos no habrían tenido la protección adecuada para realizar esa labor.
Las constantes negligencias de algunas autoridades militares ya han costado muchas vidas de personas al servicio de la patria. ¿Es esto justificable teniendo en cuenta que el sector Defensa en los últimos diez años ha recibido más de S/.4 mil millones adicionales?