Francia celebró con júbilo y esperanza el 14 de julio, su fecha nacional. En París los bulevares estuvieron animadísimos. Hombres, mujeres y niños se lanzaron a las calles para aplaudir un desfile militar que transcurrió entre ovaciones. Los gloriosos destacamentos con sus banderas ennegrecidas y rotas formaron una magnífica síntesis de las virtudes militares y energías patrióticas. Los oficiales y soldados, unidos por el mismo pensamiento, ofrecían ejemplos de heroísmo y grandeza moral y las aclamaciones del pueblo mostraban la necesidad de seguir esforzándose hasta obtener la gran victoria final. H.L.M.