Todos creíamos que este año no había invierno. En agosto, el mes más frío, lucía habitualmente un sol primaveral que alegraba a la ciudad. De pronto el frío y la lluvia se desencadenaron desde ayer sobre Lima inundando las calles que las gentes recorrían presurosas envueltas en sus abrigos y prendas de inviernos sacadas rápidamente. Las aceras y calzadas inundadas imposibilitaron el tráfico y la capital presentaba el aspecto triste y gris de los más crudos inviernos. En ningún año, como este, han sido tan sensibles las variaciones del tiempo.H.L.M.