Chile creyó en el triunfo de Alemania y creyó en ese triunfo no solo porque sus simpatías tradicionales por el ex imperio germánico lo inducían a desear que los teutones vencieran en la guerra, sino, también, porque la causa de la fuerza y de la opresión conquistadora por la cual combatían los soldados de Guillermo II en Europa, era la misma causa que a los intereses internacionales de Chile conviene defender en América, como base del derecho soberano de estos pueblos. Por fortuna para la humanidad, repetimos, Chile se equivocó.
H.L.M.