A diferencia de antaño, donde los carnavales durante el día eran muy animados, ahora la noche se ha convertido en un atractivo para quienes gustan de estas fiestas. Abundan los bailes y en todos ellos se lucen originales disfraces. Advertimos que felizmente va desapareciendo la bárbara costumbre de arrojar desde los balcones o techos de algunas casas costalitos de harina que al caer sobre los transeúntes los inundaban de ese polvo. En los bailes de ahora se emplean chisguetes y también se usa cada vez menos las pinturas y hasta el betún. H.L.M.