Desde estas páginas dimos repetidamente aliento a la fundación de la Sociedad Protectora de Animales, cuya influencia crece cada vez más. Era bochornoso ver el triste espectáculo de animales mal comidos arrastrando carretas cargadas hasta el tope mientras recibían azotes en sus magras carnes. En nuestro país ninguna entidad se había dedicado a poner coto a estas crueldades extendidas a perros y otros animales, las que felizmente van desapareciendo ostensiblemente. Por eso queremos hacer llegar a los miembros de la mencionada institución nuestros parabienes.
H.L.M.