Lo que ocurre en Trujillo hace ya varias semanas ha dejado de ser un problema local para convertirse en un severo problema nacional. Desde 1891 las habituales lluvias que caían sobre ese departamento no han alcanzado el rigor de las de este año. Ahora estamos viendo sus consecuencias cuando presenciamos grupos familiares casi desnudos, demacrados y hambrientos que recorren las calles pidiendo comida. No hay locales donde albergar a quienes han perdido sus viviendas. Se viven momentos de desesperación. Todo el país debe ayudarlos.
H.L.M.