Hace un tiempo, Malzón Urbina decidió que repartir justicia no era para él. Dejó su época de antológico sentenciador atrás (y con ello se despidió de las palabras y frases que lo hicieron famoso como “subyasce”, “escluido” o “acciones de inteligencias”) y se aventuró a una nueva tarea: ser abogado de los comerciantes. El nuevo rumbo tenía sentido: era una causa en la que realmente creía (creía tanto, de hecho, que como juez ya había fallado a favor de ellos).
El cambio de carrera parece haber pagado. Ya el año pasado no solo tenía 400 mil firmas para la inscripción de su candidatura a la presidencia (fuente: M. Urbina), sino que la lanzaba triunfal en La Parada, acompañado por un séquito de 70 comerciantes. Este año, para no perder viada, un documento fechado en “enero del 20014” (parece que todavía eso del tipeo aparece como un reto) hablaba ya de una conversación para que él abogase por los paradinos a cambio de algo de dinero (+- S/. 20.000 por mes) y de su “alma, corazón y vida para la recolección de firmas auténticas para la campaña de elecciones municipales y presidenciales”.
Y es de esta forma que llegamos a esta prometedora semana. Ha sido ahora que hemos podido ver a Malzón yendo directo hacia su meta, determinado a trepar todas las montañas que se interpongan en su camino (en este caso, las montañas tomaron la forma de las paredes del clausurado mercado de La Parada). Esa acrobacia y garra no la habíamos visto en el Perú desde que Fernando Andrade se escapaba con agilidad de la Embajada de Japón. No sabemos, pues, si Malzón llegará a presidente, pero las cartas sugieren que pronto ocupará el sillón municipal miraflorino.