La semana pasada se celebró en Bolivia la cumbre G-77+China. El evento –cuyo magno objetivo se busca aún develar– fue antecedido por una espontánea concentración popular en la que se apoyó a Venezuela y se condenó a Estados Unidos. Durante la jornada, el presidente Morales (alias ‘Jefe Indio del Sur’, nuevo título que le fue generosamente otorgado por Nicolás Maduro) se creció y, después de tantos intentos, le puso finalmente el pare al matón Obama, advirtiéndole que, según sus vaticinios, si sigue agrediendo a Venezuela toda América Latina se convertirá rápidamente en un segundo Vietnam.
Ya en la cumbre, más de cien mandatarios tuvieron la dicha de escuchar las propuestas concretas de Morales, perdón, del ‘Jefe Indio del Sur’, a lo largo de un discurso titulado sin modestia “Por una hermandad planetaria de los pueblos”. El gobernante explicó en simples palabras cómo dejar el capitalismo para transitar del “paradigma del Desarrollo Sostenible al paradigma del Desarrollo Integral para Vivir Bien”, y cómo alcanzar, en definitiva, una institucionalidad adecuada al “nuevo orden planetario”. El mensaje de Evo dejó más que claro que la cumbre valió la pena en todo sentido, incluidos los US$75 millones que habría desembolsado el Gobierno Boliviano para la organización (contando, dicho sea de paso, el gasto por planetarias y no capitalistas joyas conmemorativas bañadas en oro ). Sin duda el dinero más razonablemente gastado en Sudamérica desde que Brasil construyera estadios para el Mundial en ciudades sin equipos de fútbol.