¿Por qué se quitó el ex presidente Toledo un zapato hace dos días en la cumbre sobre cambio climático que se desarrolla en Lima? La respuesta automática consiste en asumir que al líder de Perú Posible la etiqueta y la compostura sencillamente no lo asisten. Pero el acto fue tan descomedido que algunas voces han sugerido que aquello fue un mensaje político, y la verdad es que la hipótesis merece por lo menos explorarse.
Descartemos de antemano, sin embargo, las lecturas simplistas que hablan de guiños a los zapatistas mexicanos o de una evocación del Superagente 86 para expresar lo harto que está de recibir instrucciones para su bancada.
Dejémonos de cosas: lo de Toledo, en cualquier caso, pintaba para convertirse en un gesto a lo Nikita Kruschev, quien en 1960 llamó la atención de los asistentes a una asamblea general de la ONU aporreando con su pesado zapatote soviético la mesa que tenía delante. Pero, claro, para hacer algo así hay que tener anuncios importantes que transmitirle al mundo... Y fue en ese punto, quizá, donde la viada se le acabó al ex presidente.
De pronto, efectivamente, lo vimos buscar una piedrita en la oquedad amenazante, acomodar la plantilla con movimientos mansos y finalmente calzarse de nuevo su triste borceguí. Pero, por un momento, el orgullo que nos hizo sentir.