La semana pasada, un columnista de este Diario propuso nuevos símbolos patrios que identifican a los peruanos tanto como los símbolos oficiales, incluido el pollo a la brasa y el emporio Gamarra. Nos gustó la idea y proponemos seis símbolos patrios adicionales.
El sobón inoportuno. Tanto hace de franela, que tiene destino de escarapela. Con antecedentes en la leyenda de los hermanos Ayar (específicamente, en Ayar-yero), sus tardíos y exagerados esfuerzos por agradar incomodan a su superior. Suele tener gigantografías de su líder o declarar que su jefa puede legalmente postular a la presidencia cuando tal postulación ya fue descartada en 15 oportunidades.
El crecimiento con inclusión. El dios Viracocha del Perú moderno: los políticos lo proclaman y el pueblo espera su llegada, pero algunos ya dudan de su existencia. De hecho, lo único que realmente sabemos del crecimiento con inclusión es que no debe confundírsele con el crecimiento por deglución (concepto diferente puesto en práctica por algún gobernante anterior).
Manuel Burga. Tiene lo que todo peruano anhela: poder, viajes, buena paga, inmunidad a la crítica, dos reelecciones y acceso a Pelé. Cuando llegó a la FPF, Toledo tenía popularidad y Facebook no existía. Cambiaron dos veces de Papa y Burga sigue ahí. Dicen que su imagen va rumbo al escudo patrio, ahí entre la quina y la cornucopia.
Volveremos la próxima semana con los tres símbolos patrios restantes.