Diversos organismos de derechos humanos exigen al Estado Peruano empezar una auténtica reforma carcelaria para cambiar las condiciones inhumanas en las que viven los presos. En un reciente informe, se señala que estos duermen en celdas muy precarias de 14 metros cuadrados, donde solo tienen una cama clínica, radio, dos armarios, baño privado con inodoro calentador. Ello casi no deja espacio para colgar los cuadros que pintan a diario en sus talleres privados, lo que incomoda a los visitantes que reciben a diario.
Respecto al limitado espacio, también llama la atención lo pequeño de los patios privados con los que cuenta cada reo, lo que hace que las actividades botánicas se vean reducidas a la siembra –sin asistencia– de solo unas cuantas docenas de hortalizas. Como vemos, una situación insostenible desde el punto de vista de los derechos humanos.
Por ello, a ningún entendido en la materia sorprende que el ex presidente Alberto Fujimori esté pidiendo la variación de su carcelería por arresto domiciliario. Para muchos, resulta indignante que esté recibiendo el mismo trato que recibe el resto de presos del país, considerando la alta investidura con la que contó.
Independientemente del pedido, se espera que el INPE escuche estas quejas y tome las medidas necesarias para cambiar esta situación. Ni Fujimori ni ningún preso merecen sufrir así.