Al ex primer ministro René Cornejo. En primer lugar, fue un primer ministro que no tenía conflictos de interés (pensándolo bien, carecía de interés en absoluto). Y, por otra parte, supo marcar su impronta en el gobierno con un hierro tan incandescente, que hasta ahora sigue viva en las palabras del presidente Humala.
En la entrevista del domingo pasado, efectivamente, el mandatario volvió a atribuir buena parte de la angustia ciudadana por la inseguridad en las calles a un problema de percepción. “En tema de percepciones yo no puedo señalar [...], pueden pasar cien años y las personas pueden seguir sintiéndose inseguras”, dijo, en clara evocación de la doctrina que le costó el puesto a Jiménez. Y luego, al igual que él también, responsabilizó de esa engañosa sensación a la prensa. “Vemos todos los días en las mañanas crímenes, asaltos y empezamos mal”, recitó. Y todos supimos reconocer en su verbo melancólico la nostalgia por ese colaborador valioso que impuso alguna vez el diagnóstico certero en medio de la histeria.