Basta leer la prensa extranjera para darse cuenta del efecto que el indulto al ex presidente Fujimori está teniendo sobre la imagen del Perú en el exterior. Su legitimidad no solo ha sido cuestionada por medios usualmente cercanos a la socialdemocracia, como “The New York Times” o “El País”, sino también por otros que solo alguien muy desubicado podría calificar de izquierdistas, como “ABC”, “El Mundo” (España), “El Mercurio” (Chile), “Clarín” (Argentina), “Financial Times” y “The Economist” (Inglaterra). Este último, por ejemplo, ha criticado duramente al Gobierno Peruano por usar el perdón presidencial para socavar el imperio de la ley. Y la mayoría coincide en señalar que la forma en la que se produjo este ha profundizado la división entre los peruanos y dañado irremediablemente la credibilidad del presidente (“casi nadie cree lo que dice el señor Kuczynski”, señala “Financial Times”).
Esta es la prensa que he podido revisar yo. Dudo que la opinión del resto sea muy diferente.
¿Importa? Sí, porque una cobertura unánimemente negativa adelanta lo que será la reacción política de la comunidad internacional. Es que si bien temas como los derechos humanos, la democracia o la lucha contra la corrupción pueden ser poco relevantes para muchas personas, sí son importantes (y mucho) en las relaciones entre los países. Por eso, a ningún gobierno le conviene ser visto como cercano a un régimen cuestionado por haber liberado irregularmente a un ex presidente que destruyó la institucionalidad democrática y fue condenado, entre otras cosas, por violaciones a los derechos humanos. Más aun si el perdón se produjo a cambio de librar al presidente de una vacancia originada en una relación pobremente explicada con una empresa corrupta. Recordemos que el escándalo Odebrecht salpica a todo el continente.
No es que algún país vaya a romper relaciones con el Perú. No. Las formas de la diplomacia son mucho más sutiles. Pero consecuencias van a haber.
En concreto, preveo un enfriamiento de los procesos de integración en los que el Perú está inmerso. El más importante, el acceso a la OCDE, va a estar muy difícil mientras Kuczynski sea presidente, tanto por la percepción de que el indulto fue una mera transacción política como por las sospechas que genera su relación con Odebrecht. A ese club solo se ingresa por unanimidad y no basta mostrar un buen desempeño económico. Saber mantener las formas es igual de importante.
También preveo un discreto enfriamiento de nuestra participación en la Alianza del Pacífico. Con tanta prensa adversa, es razonable suponer que las cancillerías de los países miembros aconsejarán a sus gobiernos ser prudentes en sus relaciones con el Perú. Por razones similares, vamos a ver qué presidentes vienen a la Cumbre de las Américas en abril próximo.
Asimismo, dudo que el Perú pueda mantener el liderazgo regional en la lucha contra el chavismo (el único logro que podía exhibir el Gobierno). El indulto le serviría como excusa a Maduro para deslegitimar los esfuerzos en su contra.
En el plano internacional, el presidente Kuczynski ha convertido al Perú en uno de esos amigos que se ponen faltosos cuando toman. Ni nos peleamos ni les quitamos el habla, pero hacemos lo posible por no salir con ellos. Así estamos.