Si alguien merece el título de personaje político del 2016 es Pedro Pablo Kuczynski. La razón es tan sencilla como contundente: fue capaz de ganar una elección presidencial que todos –en su caso– dábamos por perdida. Hoy enfrenta un escenario difícil debido, en gran medida, a su incapacidad para tomar la iniciativa frente a una oposición cada vez más consciente de sus debilidades.
Esta semana fue una clara muestra de lo que podría depararnos el año entrante. Un presidente obligado a dialogar con su principal adversaria, pero que se deja ‘madrugar’ por terceros (en este caso un cardenal que funge de mediador y roba cámara. ¿No podía llamar e invitar él mismo a Keiko a Palacio?). Luego de la cita, que describió como “una conversación útil, franca y constructiva”, decide petardearla públicamente (“¡No nos dejaremos pisar por una mayoría en el Congreso!”, dijo. Si es así, ¿para qué se reunió en privado con la lideresa de dicha mayoría?). ¡Qué difícil entender a Kuczynski! ¿Aceptará su situación antes de terminar solo y maniatado de cara al manejo de los temas de Estado?
No se trata de ser concesivo con Fuerza Popular, sino de mostrar seguridad y autoridad en sus decisiones. Ya sabemos que el fujimorismo, pese a su voto de confianza al Gabinete Zavala (que no podía negar) y las facultades delegadas, está lejos de ser una oposición leal. Sin embargo, hay otros actores en liza.
Fernando Zavala: el presidente del Consejo de Ministros no comprende que su rol es esencialmente político. El domingo, en declaraciones a este Diario, aseveró: “No estoy acá para hacer política. Estoy acá para llevar a cabo un plan de gobierno centrado en los ciudadanos”. Esto luego de asegurar que en el 2017 el Perú “despegará” de la mano de la formalización (¡!). Zavala no entiende que PPK necesita inspirar al país para que este lo apoye en sus reformas. No entiende que la calle debe suplir el apoyo perdido en el Congreso para que el Legislativo lo respete y avale. Es un técnico que se emociona mirando cifras en un cuadro, y eso.
Alan García, Ollanta Humana y Alejandro Toledo: atados hasta el tuétano a las revelaciones que traerá el Caso Odebrecht. Sin embargo, esto entraña un doble desafío para la sociedad peruana: no solo identificar –caiga quien caiga– a quienes recibieron los millonarios sobornos declarados, sino si vamos a aceptar plácidamente que esta era la única compañía –de todas las que hacen negocios con el Estado– que los pagaba. No se puede impedir al Congreso investigar el caso, pero debe exigírsele reserva, estrategia y sobre todo resultados. ¿Serán capaces?
Julio Guzmán y Verónika Mendoza: ambos mirando –y disparando– desde el balcón. Pero cuidado, en el Perú siempre está vigente aquello de que nadie sabe para quién trabaja.