El próximo miércoles 20 de marzo será el Día Mundial de la Felicidad, cuya celebración marca un cambio importante en las prioridades de la humanidad, antes mucho más preocupada en las mejoras materiales. Eso mismo sucede en el Perú, donde la preocupación por la felicidad empieza a ser creciente, como se verá en el libro “Kusikuy” (‘felicidad’, en quechua) que presentaremos en esa fecha.
El libro, basado en una investigación que realizó nuestra consultora para la asociación empresarial Perú 2021, con la colaboración de Ernst & Young (E&Y) y la Universidad San Ignacio de Loyola, muestra que los peruanos de Lima se sienten medianamente felices, con variaciones claras por edades e ingresos, y no necesariamente en la dirección que el sentido común o las opiniones cotidianas imaginarían. Y también muestra que nuestra felicidad es más individual que colectiva, es decir, que nos sentimos personalmente más felices que nuestros compatriotas.
Pero más allá de los detalles, que se conocerán el miércoles, el hecho mismo de que hoy nos preocupemos por estudiar la felicidad en nuestro país muestra un avance. Si vemos la historia reciente a través de las encuestas, encontraremos que en los años 80 la preocupación principal era el terrorismo; en los 90, el precio de los alimentos; y en el siglo XXI, la falta de trabajo, la poca seguridad y ahora la corrupción. Se fue pasando así de preocupaciones básicas como no morir en un atentado y poder comer diariamente, a otras de mayor trascendencia, como tener trabajo para vivir mañana, seguridad para que lo que ya tenemos no desaparezca, y evitar que se roben lo que es mío y de todos. Hoy, la preocupación por la felicidad, con estudios científicos como los presentes, mostraría que queremos satisfacer una necesidad mucho más trascendente. Quien quiera negar que hemos avanzado en la satisfacción de nuestras necesidades, puede encontrar en este proceso un gran argumento en contra de sus afirmaciones.
De otra parte, el que una asociación empresarial como Perú 2021 se preocupe en estudiar el tema, para contribuir a aumentar la felicidad de los peruanos, muestra un inicio de cambio de actitud también en el sector productivo. Porque se hace patente que si antes la principal preocupación empresarial era tener clientes que compren, hoy las empresas de esta asociación son la avanzada de una preocupación más relevante para la sociedad, de la que ellas saben que forman parte.
Ojalá entonces que estos signos precursores indiquen un camino en el que el crecimiento del PBI, de las exportaciones o de la clase media se mida básicamente por cuánta felicidad nos otorgan como sociedad. Que tengan una semana muy feliz.