Al presidente Martín Vizcarra un sector del país le exige “ponerse los pantalones”. Sin embargo, más que cintura para lucirlos, pienso que Vizcarra lo que necesita es muñeca para desplegar una estrategia política eficaz y conectar nuevamente con ese sector de la ciudadanía que hoy evalúa su gestión con dureza. Perder 15 puntos porcentuales de aprobación en un solo mes (de 52% a 37%) y duplicar su desaprobación (de 24% a 48% en el mismo lapso), según la última encuesta de El Comercio-Ipsos, es duro para cualquier autoridad y más para un jefe de Estado. Aun así, Vizcarra está lejos de la ‘unidad de cuidados intensivos’ (o de la ‘pintura de guerra’ para encarar a sus adversarios). Tras esta caída, que de continuar la tendencia sí podría desestabilizarlo, toca analizar qué deberían hacer Vizcarra y compañía para superar este mal momento.
Lo primero, pasar a la acción política con una velocidad mayor a la mostrada hasta ahora. Para ello será fundamental coordinar una agenda de temas prioritarios con el Congreso, donde Fuerza Popular (FP) también comienza a sentir los estragos del rechazo ciudadano. Siendo mayoría y controlando la Mesa Directiva, la opinión pública los seguirá responsabilizando de cada desaguisado. Por tanto, de no aplicarse correctivos a tiempo, ambos poderes serán vistos como responsables de la crisis. ¿Así también quieren seguir siendo percibidos los seguidores de Keiko Fujimori?
Segundo, para lograrlo Vizcarra no solo tiene a César Villanueva, sino que podría intentar convocar a un congresista con gran empatía con FP, como es el ex ministro Pedro Olaechea, quien ayer renunció a la bancada oficialista. De atraerlo, Vizcarra sumaría un operador independiente con llegada efectiva en tienda naranja, mientras Villanueva redobla esfuerzos con el acuñismo, AP y la izquierda. También debería incorporar a Juan Sheput y Carlos Bruce como voceros. En tanto que el fujimorismo esté asegurando su permanencia al frente de la Mesa Directiva –al menos por un año más– y logre neutralizar la arremetida de Kenji, debería bajar la presión sobre el keikismo, orientándolo a priorizar temas de fondo. Ejecutivo y Congreso necesitan recuperar el respeto ciudadano (¡o al menos intentarlo!). Tarea difícil, pero no imposible.
Hace cuatro semanas lo advertíamos en este mismo espacio (“Golpe avisa, presidente Vizcarra”, 15/5/2018): “Vizcarra debería pisar el acelerador: destrabar y empezar la ejecución de obras cuanto antes. Y dejar de visitar hospitales y comisarías con las manos vacías, pues él no es ningún turista”. Ahora le toca sumar al fujimorismo en el esfuerzo antes de que sea demasiado tarde para ambos. Y si este lo rechaza, denunciarlo tal cual. Pero no agotar esfuerzos. El mandatario debería tomar la iniciativa, no esperar a julio como adelantó que lo haría junto con otras fuerzas políticas. El tiempo corre y no dará tregua.