Sin proponérselo, Salvador del Solar está batiendo un récord al frente del Gabinete: en menos de tres semanas ha logrado que su continuidad en el cargo dependa no tanto de lo que la oposición política pueda decir o hacer sobre él, sino del cálculo político que realice el propio presidente Martín Vizcarra acerca de la conveniencia o no de mantenerlo en el cargo. Esto, que es usual para todos los titulares de la PCM tras varios meses de trajín, le ocurre a Del Solar luego de los desalentadores resultados expuestos por la encuesta nacional del IEP de fines de marzo, que evidencia sorpresivamente que su nombramiento no entusiasmó a la opinión pública (alcanzando una aprobación –28%– ligeramente por encima que su predecesor, César Villanueva, quien se despidió con 24%). Asimismo, refleja que no ha significado un repunte en la aprobación de Vizcarra (o al menos que frenara su tendencia a la baja, pues perdió 12 puntos porcentuales solo en el último mes) y tampoco ha suscitado la adhesión de otros sectores políticos o sociales. El aumento de las hostilidades alrededor del tema Las Bambas y la desorientada respuesta del Ejecutivo para encontrar una salida reflejan este último punto.
Así las cosas, no estamos ante el mejor momento del gobierno. No por responsabilidad de Del Solar, evidentemente, pero al ser el pararrayos político del Ejecutivo comienza a pagar la factura. ¿Tendrá opciones para dejar atrás esta situación que podría tornarse crítica? Por supuesto. La caída de Vizcarra no es el triunfo de una oposición que cosecha cada punto perdido por el mandatario. Lo paradójico del caso es que ocurre en una coyuntura de extrema debilidad política para el fujimorismo y el Apra. No es que sus voceros –como tampoco los de las izquierdas o de Acción Popular–, que ya parecen en campaña con miras al 2021, pongan contra las cuerdas a Vizcarra y compañía. Es el propio gobierno el que se muestra sin un rumbo preciso más allá de la lucha anticorrupción (punto que un 71% de los encuestados por IEP aún respalda).
Es un escenario que veníamos alertando en los últimos meses y que ahora las encuestas reflejan: la mayoría exige soluciones a problemas cotidianos como el combate de la delincuencia y la mejora de los servicios en salud, así como la reactivación económica y la generación de empleos. Vizcarra ganó fama como orador, pero ha fallado como gestor. Ser un presidente sin bancada parlamentaria lo vuelve hiperdependiente del apoyo popular. Y si continúa en caída, la permanencia de Del Solar podría volverse insostenible a expensas de un nuevo golpe de timón, tal como pretendió con la salida de Villanueva. Las próximas semanas serán decisivas.