Los cinco puntos de diferencia que ha sacado Keiko Fujimori (52,6) sobre PPK (47,4) en la encuesta de Ipsos de este último domingo causaron estupor, incredulidad, languidez, resignación pero, sobre todo, furia.
Confieso que yo mismo creí, cuando escuché la noticia, que los resultados estaban al revés. Pero no fue así. Con toda claridad Keiko Fujimori había desplazado a PPK de manera contundente, aunque el ingenio de los perdedores no tiene límite como para convertir cinco puntos de diferencia en un “empate técnico”, como cuando nuestros inefables comentaristas deportivos sacan sus cuentas de todos los bolsillos y dicen que “matemáticamente” todavía es posible que el Perú clasifique al Mundial. En fin, allá ellos.
El Waterloo de PPK empezó concretamente el domingo 15 de mayo, cuando una cadena extranjera produjo y difundió, en alianza con un medio de comunicación nacional, una noticia que parecía demoledora, tal cual estaba presentada, contra Joaquín Ramírez, el entonces secretario general de Fuerza Popular y Keiko Fujimori.
Según afirmaba el reportaje, la DEA investigaba a uno porque supuestamente la otra le habría dado a lavar 15 millones de dólares. Todo un escándalo por donde se le mire si no fuera porque con el transcurso de las horas la “noticia” se fue cayendo a pedazos.
La DEA, en un pronunciamiento oficial, apeló a su tradicional política de no confirmar ni negar ninguna investigación a nadie pero, haciendo una excepción dado el contexto en que el reportaje había involucrado directamente a una candidata presidencial peruana, confirmó que esta no había sido ni estaba siendo investigada por la agencia norteamericana.
Lejos de retroceder y reconocer el error, los medios involucrados –a los que se sumó espontáneamente la mayoría de la prensa nacional– tomaron el silencio de la DEA sobre la situación del ex secretario general de Fuerza Popular por una “confirmación”, y machacaron durante toda una semana, en cuanta tribuna encontraron a través de comentarios y preguntas dirigidas, una investigación de la DEA que nadie puede probar que exista.
Esto indignó a muchos que, más allá de las cuitas pendientes y reales que tiene el señor Ramírez con la fiscalía peruana, donde está siendo investigado por lavado de activos, consideraron que la falsa noticia de la DEA era parte de una evidente contracampaña hacia la candidata Fujimori. Y, pues, pasó lo que siempre pasa cuando los medios dejan de informar con veracidad para ponerse a hacer de titiriteros en campaña electoral: rechazo. Al electorado no le gusta que lo manipulen y se da perfectamente cuenta de cuando ello ocurre.
La factura la pagó el señor PPK, y la seguirá pagando mientras más “destapes” de última hora se sigan haciendo contra su rival.