La reciente presencia de Nadine Heredia Alarcón en la Comisión Martín Belaunde Lossio generó un enorme revuelo y terminó acusando a la congresista Marisol Pérez Tello de no tener calidad moral para presidir dicho grupo de trabajo. Heredia también le imputó basarse en chismes y denigrarla como mujer, madre y esposa.
Heredia ingresó a la comisión acompañada por 18 congresistas oficialistas, cosa inusual. Más atípico aún fue el comportamiento de estos, el relato hecho por uno de ellos es insólito y provoca rechazo, aunque el grupo gobiernista se sintió empoderado y cumpliendo una misión importante: blindar a la presidenta del Partido Nacionalista (PN).
Lo que sigue no es un chisme, sino un testimonio: como no se aceptó el pedido de Heredia para que la sesión fuera pública, esta leyó lo que después comunicó en conferencia de prensa. El propósito de la pretensión de no reserva era enrostrarle en vivo y en directo a Pérez Tello la catilinaria de recriminaciones.
Refieren quienes estuvieron ahí que Heredia estaba bastante alterada, al final de su intervención culpó de su situación al fujimorismo y al Apra. Mauricio Mulder, como es previsible en su actuar, protestó ante la presidenta de la comisión. Ante lo cual la primera dama, levantando la voz, dijo: “Déjeme terminar”. Mulder replicó: “Acá no puede hacer lo que le da la gana”. Más indignación colectiva, un total despiporre.
Pérez Tello llamaba a la cordura. Un grupo de nacionalistas, no los 18, se acercó a Mulder, mentándole la parentela a viva voz. Al final llegó una tensa calma, Heredia no contestó algunas preguntas, otras sí. Luego ofreció la conferencia de prensa. Muchos ciudadanos pensaron que la pregunta sobre una relación sentimental de la primera dama se la habían formulado a ella.
Pero no es así. La interrogante se le hizo al invitado Rodrigo Arosemena, ¡cuatro meses atrás! No se entiende por qué sacarlo a colación después de tanto tiempo, probablemente para desacreditar a la comisión. Un psicosocial mal hecho la verdad. Lo empeoró que los correligionarios de Nadine Heredia pidieran la intervención de la Iglesia porque se había afectado su honor y el de su familia. Quien aconsejó semejante absurdo terminó de desinflar el psicosocial.
Días después, el autocandidato nacionalista Daniel Urresti –acusado de participar en el asesinato (lo dinamitaron) de Hugo Bustíos, periodista huantino– se presentó en el juzgado con un grupo de militantes nacionalistas. Cuando la viuda, Margarita Patiño, una mujer íntegra a pesar de lo vivido, declaró ante la prensa, los matones de Urresti no la dejaron hablar y la atacaron.
Aquí sí agredieron a Patiño como viuda, mujer y madre, agregaremos como ciudadana también. Cero tuits de la primera dama, ni una mención. Tal vez se deba a que –como ha dicho Urresti– ella lo respalda en su precandidatura. La ministra de la Mujer, el ministro del Ambiente y el presidente Ollanta Humala alegaron, defendieron a Heredia con ahínco. Sobre la patanería nacionalista frente a Patiño guardaron el más absoluto silencio, ningún deslinde.
El país quiere conocer la verdad sobre Martín Belaunde Lossio, difícil creer que apareció un día cerrando contratos con gobiernos regionales y aledaños. Más aun cuando no realizó actividades empresariales anteriormente, más bien fue el factótum del ascenso de Ollanta Humala al poder. Coloque a todos los personajes de este caso en otro partido, la condena sería total.