Tras un período de relativa tranquilidad, los furores antiempresariales del congresista Jaime Delgado arrancan nuevamente hoy. El enemigo vuelve a ser el Sistema Privado de Pensiones y la excusa, el aporte voluntario de los independientes.
Don Jaime es un hombre con una misión clara: donde haya lucro, ponga yo regulación; donde existan utilidades, lleve yo pérdidas. Le resulta intolerable que una empresa gane plata porque ello invariablemente implica que la gana a costa de sus clientes. No sirviéndolos, sino sirviéndose de ellos.
De ese celo contra el capitalismo han brotado antes cosas como el libro de reclamaciones, que hoy se amarillenta en las vitrinas de los negocios. O el Código de Protección y Defensa del Consumidor, la piedra de los 13 ángulos que modificaría para siempre la economía nacional. O la ley de la comida chatarra, de la que ha empezado a renegar porque las versiones preliminares de su reglamento no son suficientemente controlistas.
Pero su obsesión son los bancos y, señaladamente, las AFP. Contra los primeros libró en su momento batallas feroces para eliminar comisiones y obligar a informar el costo de los créditos y de los gastos. Con poca fortuna, porque el sistema se adaptó, eliminó servicios o compensó ingresos con intereses. En cuanto a la información, no hubo más ni menos competencia, simplemente se comprobó que los seres humanos no compran necesariamente donde las cosas son más baratas.
Para las AFP ha reservado sus mejores inflamaciones. Hace un par de años, las sacudió con la mentada reforma del sistema, la subasta de los afiliados, el esquema del flujo y del reflujo, las colas y el desconcierto. Pero no pudo, porque la gente no adoptó sus recomendaciones, ni se cambió a la AFP que menos cobra, ni se crearon nuevas aseguradoras.
Hace poco lanzó la peregrina idea de que los jubilados retiren sus aportes de un solo cocacho a los 65 años para poner un negocio. ¿Qué sentido tendría entonces ahorrar tantos años para tener toda la plata junta a la edad menos propicia para iniciar una empresa?
Acaba de presentar un proyecto de ley para que los estados de cuenta que las AFP brindan a los aportantes indiquen el porcentaje que les cobran, no en relación con el monto de sus sueldos, porque eso lo hace aparecer modesto. No, quiere que se muestre en relación con el monto del aporte, para que se vea toda la plata que les están robando. Y, además, que se incluya en el estado de cuenta una tabla en donde figuren las comisiones que cobra la competencia.
Lo que viene ahora es el aporte voluntario. Irá tras él, pero como en pasadas excursiones, no sabemos con qué termine. A lo mejor propone una fórmula para que los aportes se registren en el libro de reclamaciones.
En esta materia, el congresista Delgado tiene que tomar primero una decisión de principios. O cree en el sistema de ahorro previsional, en cuyo caso no hay razón lógica para excluir a los independientes (de la ONP o de las AFP), o le parece que mejor conservamos mensualmente toda nuestra plata y ya verá cada uno lo que hace con su vejez, en cuyo caso hay que eliminar a la ONP y a las AFP.
De lo contrario, seguirá causando estos sobresaltos empresariales inútiles que no modifican realmente nada pero traen mucha desazón.