El nombre de su cargo es largo, pero su función es bien puntual: diseñar programas para combatir las drogas ilícitas y el crimen organizado derivado de estas. Nacido en Guatemala, Luis Arreaga conoce muy bien la situación del Perú como país productor de drogas porque, además, trabajó en la Embajada de Estados Unidos en Lima entre los años 1987 y 1991.
— El Perú aprobó este año una ley que permite reactivar la interdicción aérea para aeronaves que transporten drogas. En el 2001 estas actividades se suspendieron porque, debido a un error, se derribó una avioneta que trasladaba a misioneros estadounidenses en la selva. ¿Es cierto que EE.UU. se opuso a la nueva ley aprobada? Yo creo que se ha caricaturizado el hecho al decir que nosotros nos oponíamos. Nosotros tenemos un programa de cooperación con el Perú y hay diversos lineamientos. La cooperación antidrogas con el Estado Peruano continúa, e incluso podría aumentar. Respetamos la decisión soberana del Gobierno; su compromiso en esta lucha no tiene precedentes, no solo dice que está controlando la droga sino que se están poniendo recursos humanos y monetarios. Eso no existió antes.
— Pero esa lucha antidrogas está generando el inevitable efecto globo y cada vez hay nuevas regiones donde el narcotráfico se desarrolla. Por ejemplo, La Libertad [esta entrevista se llevó a cabo en Trujillo]. ¿Diría que hay riesgo de que el Perú se convierta en un narcoestado?En lo absoluto, es totalmente exagerado decir que el Perú podría ser un narcoestado. Lo que sucede es que los narcotraficantes buscan lugares donde hay necesidades económicas, campesinos en situación difícil, y los tientan para sembrar droga. El Perú conoce muy bien los desafíos.
—En Latinoamérica hay producción, consumo y tráfico de drogas. ¿De qué manera la Cicad interviene en una región donde está toda la cadena del problema?En estos foros de la Cicad [Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas] el hemisferio discute temas importantes sobre la política contra las drogas. Compartimos nuestras experiencias, intercambiamos ideas, tratamos sobre las políticas globales. Es difícil, porque somos muchos países, pero hay un gran consenso sobre cómo se debe abordar el tema.
—¿De qué manera?El problema tiene que ser abordado desde un punto de vista de salud pública, pero también es un problema criminal, hay grupos que están fomentando el narcotráfico, grupos fuertes que están socavando el imperio de la ley a través de sobornos, de la corrupción. También debemos abordar ese tema, pero de una forma inteligente. Por ejemplo, no se puede aplicar la ley con igual fuerza ante los consumidores o pequeños distribuidores, tenemos que ver alternativas en la aplicación de los sistemas judiciales. Posiblemente necesitemos reformas para tener una visión más proporcional entre las penas y los delitos.
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