Yenifer, Rosa y Avira De La Cruz son hermanas. Ellas tienen 24, 22 y 19 años respectivamente. El jueves 2 de febrero en la tarde, las hermanas mayor y menor atendían el velorio de su abuela, quien había muerto ese día con tan solo 65 años. Rosa, por su parte, no pudo asistir a porque tenía que trabajar. Sus tres hermanos menores, Britany, Dylan y Kendra, de 8, 11 y 5 años, tampoco estuvieron presentes en la ceremonia y se quedaron en su casa. La madre de todos ellos estaba en el mercado. Durante el velatorio, la familia recibe una llamada alarmante: su hogar estaba en llamas y con los tres niños dentro.
Al día siguiente, a las 13:00 horas de la tarde, un toldo blanco flameaba en el asentamiento humano Bayóvar Tercera Zona, en el distrito de San Juan de Lurigancho. Los vecinos se encontraban poniendo en fila unas sillas de plástico alrededor de niños corriendo. Habían colgadas dos pancartas grandes, una más extensa que la otra, en las cuales se veían la imagen de tres niños abrazados y el nombre de cada uno de ellos arriba de sus rostros: Britany, Dylan y Kendra.
El incendio
Eran las 4 p.m. cuando el fuego empezó a propagarse. Según los vecinos, pasaron 15 minutos y el primero que apareció fue el suboficial PNP Edwin Puertas, de San Juan de Lurigancho, quien andaba de turno con su moto por los alrededores. Al ver el humo difuminado en el cielo, el suboficial pensó que se podrían estar quemando llantas, pero se acercó para asegurarse.
Al llegar a la escena, el policía identificó tres viviendas: una encima de otra y la tercera al lado. “La casa de abajo tenía grandes llamas y se veía que en el interior había un balón de gas”, dijo. Recordó que sacó el balón para evitar una tragedia mayor. Mientras tanto, el viento esparcía el fuego hacia el espacio de arriba y al de al lado.
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Fueron alrededor de cinco minutos en los cuales el suboficial y los vecinos intentaron apaciguar el fuego con baldes de agua. En eso, Puertas escuchó los gritos de una señora alertando a todos que sus sobrinos estaban arriba. Al enterarse, se tapó el cuerpo y la cabeza con una frazada de algodón mojada, subió las escaleras y entró por la puerta, la cual ya estaba hecha cenizas. Puertas describe que los vecinos intentaron apagar el fuego con mangueras, pero que estas se derretían en el acto.
“Con la ayuda del vecindario y un extintor me abrí paso, sentía la presión del fuego en mi cuerpo. La escena que vi en el interior fue muy desgarradora para mí. Aún podías ver las caras de los niños, pero sus piernas ya estaban consumidas por el fuego. Ya habían fallecido, los dejé porque hubiese sido peor si los sacaba en esa condición”, detalló Puertas. Yenifer declaró a El Comercio que luego de que el fuego se extinguiera, encontraron a los dos hermanos mayores abrazados y a la hermana menor debajo de la cama.
No obstante, la familia De la Cruz no fue la única afectada por el incendio. De las tres viviendas, la de al lado pertenecía a la familia de Deybi Camarena. “Yo estaba en Huacho cuando me enteré del incendio, pero cuando llegué ya no había nada que pudiera hacer”, relató Deybi. Él es músico y le gusta tocar canciones de cumbia y chicha, pero también trabajaba haciendo delivery de comida con sus dos motocicletas. Cuando él llegó a San Juan de Lurigancho, su moto Yamaha y su motocicleta Futon estaban inservibles.
El asentamiento humano de San Juan de Lurigancho
Al día siguiente, la hermana mayor se encontraba bajo el sol de la tercera etapa de San Juan de Lurigancho frente a lo que era su casa. Estaba recibiendo víveres que le brindaban sus vecinos en forma de ayuda. Ella creía que debía aguantar sus lágrimas para ser fuerte ante sus dos hermanas menores, ambas embarazadas. El padre y la madre de los tres niños se encontraban bajo los efectos de un sedante en la casa de la abuela materna. “Mi madre todavía no lo cree, hoy estuvo pidiendo que le preparemos arroz chaufa a los niños”, señaló la hermana mayor.
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En ese mismo momento, constructores enviados por la Municipalidad de Lima levantaban paredes de madera para que los De La Cruz y sus vecinos tengan un espacio para habitar. Dos supervisores de la Municipalidad de San Juan de Lurigancho constataban que todo estuviera en orden. Se le preguntó a Yenifer dónde durmieron esa noche tras ver a su hogar convertirse en polvo, respondió: “No dormimos, nos quedamos aquí sentados”. Tanto Rosa como Yenifer resaltaron a El Comercio que quisieran que las autoridades ayuden a su familia a conseguir ayuda psicológica para su madre tras el siniestro.
La familia De la Cruz tenía dos viviendas en ese espacio, una abajo de la otra. Yenifer habitaba en la parte de abajo con su esposo e hijos, y su madre estaba en la vivienda superior con los tres niños. La casa de arriba tenía dos ventanas grandes de triplay, las paredes y la puerta de madera. “La entrada tenía esa madera fina que brillaba”, comentó la hermana mayor. El suelo estaba hecho con material noble.
La mayoría de las viviendas de la zona estaban hechas de la misma manera. Según Aldo Facho, arquitecto urbanista y Cofundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas, este tipo de urbanizaciones no han sido planificadas, y en consecuencia, no cumplen con las normas mínimas para garantizar la vida y seguridad de sus habitantes.
“Ante la ausencia de una política nacional de vivienda que reconozca la realidad social y económica de las familias del Perú, y la incapacidad de nuestros municipios de implementar los planes de desarrollo, fiscalizar las urbanizaciones y edificaciones, y hacer cumplir las normas, las ciudades del país vienen creciendo de manera informal e ilegal”, destacó el urbanista.
Otro problema de las viviendas, de acuerdo con Facho, es que no son adecuadamente accesibles para los vehículos. Esto pone en alto riesgo la vida de los habitantes en caso de siniestros o emergencias, como por ejemplo, en caso de un incendio. Además, mencionó que no es una zona muy transitable para personas con discapacidad, niños y adultos mayores, y que, en muchos casos, no cuenta con los servicios básicos para desarrollar una vida digna, como el agua, desagüe, luz o gas.
En el caso del incendio en el asentamiento humano Bayóvar Tercera Zona, los vecinos comentaron que los bomberos fueron los últimos en llegar a la escena, alrededor de las cuatro y cuarenta.
La causa del incendio
Mario Casaretto, Gerente de Gestión de Riesgos y Desastre de la Municipalidad de Lima y Oficial General del Cuerpo de Bomberos, coincidió en que los bomberos suelen tardar en llegar a estos asentamientos debido a la falta de acceso que hay para los vehículos.
El Oficial General del Cuerpo de Bomberos detalló que se debe escoger el carro indicado para cada situación, en este caso, se necesitaba uno pequeño para SJL. “El carro pequeño más cercano estaba en Santa Anita, a aproximadamente media hora de la zona”, desarrolló. Casaretto comentó que la unidad llegó cuando ya no se podía hacer nada.
Al día siguiente, se rumoraba en el vecindario que el incendio había ocurrido por un corto circuito en el hogar De La Cruz. Al preguntarle a Casaretto, este indicó a El Comercio que esa teoría no parecía cierta.
“Un incendio por corto circuito deja un punto de inicio en la escena. Por experiencia, y por lo que pude apreciar al día siguiente, se puede decir que todos los espacios de la vivienda estuvieron prendidos y que el incendio fue abrupto”, precisó Casaretto. “Nosotros no hemos visto cómo empezó el incendio, porque cuando llegamos ya todo era fuego. Para indicar qué pasó debería abrirse una investigación formal”, añadió.
Falta de espacios para niños en asentamientos humanos
La razón por la cual los tres hermanos no fueron al velorio fue porque la familia consideraba que eran muy traviesos para comportarse. “Mis hermanos eran muy hiperactivos y no los podíamos llevar al velorio, los dejamos viendo dibujitos en la tele”, recordó Yenifer.
Tal como lo describe Aldo Facho, la zona de San Juan de Lurigancho no es un espacio que cuente con zonas de recreación pública, como por ejemplo, parques o losas deportivas para adultos y niños.
Ingrid Salazar, supervisora de procesos urbanos de Ocupa Tu Calle, describió que SLJ es uno de los distritos con mayor cantidad de población con más de 1 millón de habitantes, de los cuales aproximadamente el 9% de los cuales son niños y niñas menores de 5 años. Sin embargo, destacó que hay un déficit de equipamiento en actividad para brindar educación y cuidado en el distrito.
“Esto significa que las madres y padres deben dejar a sus hijos encargados con familiares u organizarse con su comunidad para designar a una cuidadora mientras van a trabajar”, remarcó. Salazar precisó que muchas viviendas no están adecuadas para tener niños pequeños incluso con vigilancia, ya que en los sectores con menores recursos económicos las viviendas comparten un solo espacio para la habitación y la cocina. Además, las conexiones eléctricas suelen estar expuestas y propensas a generar daños físicos severos.
Si se desea brindar ayuda a los afectados, pueden depositar una donación a las siguientes cuentas:
- Rosa María De la Cruz Cerdan, número de cuenta: 19171405712080
- Deybi Rafael Camarena Perez, número de yape: +51 912 868 777
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