El hallazgo arqueológico de textiles que contienen imágenes de divinidades de la civilización Chimú, que cubrían a los menores que fueron sacrificados hace 550 años, constituye un hecho inédito en el Perú, sostuvo el arqueólogo Gabriel Prieto, quien lidera el equipo encargado de esta investigación.
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“Esto es algo novedoso para los arqueólogos, y creo que para toda la comunidad, porque es la primera vez que encontramos divinidades de la civilización Chimú representados en los textiles que han sido encontrados”, dijo el también catedrático de la Universidad Nacional de Trujillo mientras muestra un ejemplar de uno de estos textiles.
Agregó que si bien se conocen algunos ejemplares de textiles Chimú en colecciones privadas, no se había encontrado en un contexto arqueológico; es decir, como parte de un trabajo de investigación en campo. En esta ocasión las zonas de intervención son Huanchaquito -Las Llamas y Pampa La Cruz, separadas por un kilómetro y medio de distancia.
Respecto al textil que tiene como diseños a divinidades Chimú, Prieto comentó que se trata de un vestido que perteneció a una adolescente de unos 17 años.
Los análisis de las osamentas revelan que la causa de la muerte de esta adolescente fue un dislocamiento de cuello, como parte del ritual de ofrenda a los dioses, en las que también fueron inmolados otros 268 menores. Junto a ella fue hallada también la osamenta de un niño.
Otro textil con similares características, y que también fue usado por una menor, fue descubierto en la parte más elevada de la zona de intervención arqueológica. Para Prieto, esto significaría que la adolescente que vestía dicha prenda habría pertenecido a la élite gobernante y habría sido la persona de mayor importancia en el ritual masivo. “Alrededor de esta menor giraban todas las ofrendas de los otros niños sacrificados”, remarcó.
-Spondylus y otros objetos valiosos-Además de restos óseos y textiles, se encontraron diversos objetos considerados sagrados por las culturas prehispánicas, como el Spondylus, un tipo de molusco que habita en el mar tropical de Ecuador.
“Hemos encontrado varios paquetes de Spondylus que provienen de Ecuador y que era un bien muy preciado por la civilización Chimú. La calidad de su conservación es bastante buena”, afirmó.
Gabriel Prieto también destacó el hallazgo de semillas de Ishpingo, un tipo de árbol amazónico peruano, que está presente en uno de los tocados que llevaban puesto algunos niños al momento de su sacrificio y que, a pesar de haber transcurrido 550 años, conservan su belleza.
Dicho tocado lleva también plumas de guacamayo, un ave que vive de forma silvestre en la Amazonía, y está elaborado con un telar de algodón nativo que al extenderse tiene una longitud de dos metros y ha sido colocado en tres paños.
“Tiene un penacho de plumas y unas fibras que, posiblemente, tengan origen amazónico dado que se ha detectado adherido a ella restos de una resina que pertenece a una palmera que solo crece en la Amazonía peruana. La información preliminar que podemos mostrar hasta ahora revela la fastuosidad de los Chimú, una de las sociedades prehispánicas más importantes de la costa peruana”, manifestó.
Prieto consideró fundamental construir un museo de sitio y centro de investigación porque aún falta explorar las zonas de trabajo arqueológico. Se cuenta con un terreno de 2.800 metros cuadrados, ubicado al ingreso del distrito de Huanchaco, el cual fue donado por la municipalidad distrital. “Estos materiales merecen un espacio adecuado para que la población los pueda ver y apreciar, así como para continuar las investigaciones”, enfatizó.
-El Niño costero-Respecto a las causas de este sacrificio masivo, la hipótesis de Prieto sugiere que tendría relación con El Niño costero, fenómeno climático que se manifiesta en el Perú y cuyo impacto negativo llega a alcanzar niveles de destrucción catastróficos.
Explica que el grosor del barro en el que fueron encontradas las osamentas revela la presencia de lluvias muy intensas. Y esa magnitud de precipitaciones pluviales en la árida costa solo se producen cuando acontece El Niño costero en dimensiones extraordinarias, como la que azotó el Perú a inicios de 2017.
Para aplacar la “furia de los dioses”, el estado teocrático que tenía la civilización Chimú ejecutó un sacrificio masivo infantil y de animales, que fue el alto precio a pagar para no seguir sufriendo los estragos de la naturaleza que amenazaba la estabilidad del régimen y la sobrevivencia de la población.
Prieto sostiene que este alto número de niños y de animales habría sido la ofrenda más preciada porque representan el futuro de la sociedad y que se consideró necesaria en nombre del Estado para que cesen las torrenciales lluvias e inundaciones.
Las indagaciones tienen pendiente de absolver preguntas referidas a si las víctimas de este rito prehispánico fueron forzadas a morir o si hubo algún tipo de condicionamiento que relajó su voluntad, como consumir alguna sustancia contenida en chicha o alguna otra bebida. Lo cierto es que se encontró en la zona huellas de pisadas que evidenciarían un traslado en procesión rumbo al punto de sacrificio.
La labor de los arqueólogos que lidera Gabriel Prieto, gracias al apoyo y difusión de National Geographic, provocó que la arqueología mundial vuelve a dirigir su mirada en el norte del Perú.
Con este hallazgo suman, hasta ahora, 269 los niños parte de este sacrificio masivo en la historia mundial. Prieto y su equipo, que actualmente cuentan con el apoyo de National Geographic, podrán continuar este año esta investigación arqueológica con el financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).
Sin embargo, dado que aún falta mucho por investigar, Prieto seguirá postulando a fondos públicos y privados para cubrir los costos que demandan este tipo de estudios, cuyos extraordinarios logros primigenios han vuelto a colocar a la arqueología peruana en la palestra internacional.
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