WILFREDO SANDOVAL
Después de dos años de adaptación al caluroso clima costero, una pareja de suris o ñandúes procedente de Puno logró reproducirse en el Centro de Rescate Sicán-Suri, ubicado cerca de la playa de Pimentel, en Lambayeque.
El criador de avestruces Ricardo Castañeda se siente orgulloso de tener en su centro de rescate una cría de suri, una especie también conocida como avestruz andino. Con nostalgia, Castañeda cuenta que de los seis que nacieron solo uno sobrevivió.
El criador comenta que para lograr el nacimiento de los seis ñandúes se tuvo que recurrir al apoyo de una incubadora. Gracias a ese equipo, pudo comprobar que la especie andina puede vivir sin problemas en zonas sobre el nivel del mar.
Castañeda señala que esta experiencia le permitió obtener la información científica sobre la humedad, la temperatura y las condiciones que se necesitan para que en el futuro sigan naciendo más ñandúes en el norte del país.
Es probable que en los próximos meses lleguen desde los Andes más crías de suris para que, tras un período de adaptación y crecimiento, se reproduzcan tal como lo hizo la primera pareja que llegó a Pimentel, en el verano del 2012. El nacimiento de un suri normalmente ocurre entre los 4.000 y 6.000 metros sobre el nivel del mar.
AVES FRÁGILESEl criador de avestruces considera un logro esta reproducción de ñandúes porque permitirá salvarlos del peligro crítico de extinción en que se encuentran. Se estima que en nuestro país solo existen 450 ejemplares de suris, ñandúes o avestruces andinos.
Por el momento, la cría goza de buena salud debido a una alimentación balanceada que consiste en granos de maíz, algarroba, frejol de palo, harina de soya, alfalfa fresca y zanahoria rallada. Los ejemplares adultos consumen diariamente un kilogramo de estos alimentos y un litro de agua.
El proceso de incubación demoró cerca de cuarenta días y fue posible gracias a la experiencia que en el centro de rescate se ha conseguido con la reproducción de avestruces y emúes, otra ave gigante que trajo de Australia.
En tiempo de los incas, la carne de suri era destinada solo a la nobleza por tratarse de un alimento libre de grasas, con alta cantidad de proteínas y de bajas calorías. Asimismo, permite una fácil digestión similar a la carne de pescado.