El presidente Ollanta Humala hizo ayer una demostracin de cmo el poder poltico puede por lo menos intentar revertir la mala fama que tiene: la de ser el desastre administrativo de los desastres naturales.
Ojal que los buenos reflejos de ayer sean los buenos reflejos de maana y siempre. Experiencias como las de los terremotos de Huaraz y Pisco han dejado una profunda huella de frustracin e indignacin en el pas, luego que se comprobara, a los aos, que enormes aparatos de reconstruccin desplegados en su momento, en ambos casos, sirvieron a muchas causas, menos a las de los damnificados.
Nunca sabremos qu les arrebat el alma a Huaraz y Pisco (pues hoy dan la impresin de que no las tienen): si los terremotos que convirtieron en polvo su pasado o las burocracias reconstructoras que pretendieron refundarlas con el ms abierto desprecio por su historia y su gente.
En la prevencin de desastres naturales la actuacin relajada de los sucesivos gobiernos y legislativos arroja similar decepcin. No hay autoridad capaz de sacar a poblaciones enteras de los cauces de ros y aluviones, donde ellas suelen vivir una muerte anunciada. Tampoco hay un trabajo estratgico y sostenido por evitar y sancionar la autoconstruccin precaria de viviendas, de adobe y quincha de muy mala calidad.
La rpida y expeditiva presencia de Humala, al lado de su primera ministra Ana Jara en la poblacin de Paruro, en el Cusco, marca un desacostumbrado paso del Gobierno en el manejo de situaciones fuera de control. Paruro acababa de sufrir graves daos humanos y materiales a consecuencia de un sismo de alta intensidad.
En unos das ms sabremos si esta intervencin presidencial en Paruro se traducir en un nuevo estilo de trabajo eficiente o confirmar el resultado de siempre: que lo que sigue a la desgracia de un terremoto en cualquier punto del pas es la desgracia del Gobierno, que suele disponer en estos casos de muchos fondos presupuestales y ayuda internacional, pero que carece absolutamente de un sistema de gestin con resultados concretos, como el que exhibi Chile no hace mucho, como un ejemplo por seguir.
A los alcaldes de Lima les encanta promover simulacros de evacuacin, como si en ello residiera el comienzo y el fin de los planes y acciones de prevencin de un siempre anunciado terremoto de gran escala. Lo que estos mismos alcaldes no hacen es supervigilar mejor y honestamente los permisos y procesos de construccin de viviendas, incluido el manejo arbitrario de las zonificaciones.
La autoconstruccin en la costa y en la sierra sigue siendo el foco de inminentes desastres, como son tambin los cauces de ros y aluviones ocupados por millares de personas a quienes nadie notifica el grave peligro que corren sus vidas.
El Gobierno y el Estado conocen bien el mapa ssmico del pas como las deficiencias y omisiones del Sistema Nacional de Defensa Civil. Pero no podemos vivir todo el tiempo de este mapa, y nada ms.