Lejos de añadir vértigo a las estadísticas, Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos Perú, le pone contexto a la última encuesta sobre las luces y sombras del 2019 para los peruanos, que El Comercio publica hoy. En esta se preguntó a los encuestados por quién votaron en la segunda vuelta del 2016.
—Es la primera vez en los últimos cinco años que se repite el primer lugar en la personalidad positiva más importante. ¿A qué se debe esto? ¿Está relacionado a que el evento más importante en términos positivos es el cierre del Congreso?
Algunos dicen que Martín Vizcarra es un populista de centro porque actúa políticamente en función de lo que la gente espera, pero dentro de parámetros de razonabilidad. La ciudadanía ha estado y sigue muy indignada con la clase política, tanto por el escándalo Lava Jato y otros como por la percepción de que había una política obstruccionista. Entonces, las actitudes que ha tenido Vizcarra el año pasado, con el referéndum, y este año, con el cierre del Congreso, son momentos estelares en los que la ciudadanía se siente representada por el presidente en esta indignación.
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—Incluso el 25% de los que votaron por Keiko Fujimori en segunda vuelta considera a Vizcarra el personaje positivo del año.
Hay un sector de exfujimoristas decepcionados, gente que votó por ella pensando que iba a hacer un gobierno constructivo y que se ha sentido decepcionada por su actitud de oposición en el Congreso y por los problemas que tuvo con su padre y su hermano. Ese desmejoramiento de la imagen de Keiko ha hecho que un sector migre hacia Vizcarra.
—Entre el 2017 y 2018 hubo un cambio entre los personajes políticos mejor considerados. Antes, Kenji y Alberto Fujimori estaban entre los personajes positivos, pero no repitieron plato el año siguiente. En lugar de ellos están Vizcarra y personajes de la justicia.
Bueno, lo que ha pasado es que en estos dos años el trabajo de la fiscalía ha adquirido gran notoriedad y la gente también se siente satisfecha con el actuar del equipo especial Lava Jato porque está logrando, en la imagen de la gente, castigar –porque la prisión preventiva es una especie de castigo anticipado– a políticos que son percibidos como corruptos.
—Este año se organizó con éxito los Juegos Panamericanos y varios deportistas obtuvieron medallas. Llama la atención que aun así los cinco primeros lugares de personajes positivos lo ocupen personas vinculadas a la política.
Yo diría que Carlos Neuhaus ha tenido un perfil bajo a lo largo de la mayor parte del proyecto. Su imagen como un buen ejecutivo [solo] es valorada por un sector muy informado de la población. De otro lado, [entre] los medallistas de los Panamericanos y Parapanamericanos, no hay ninguno que sea un rockstar, ojalá lo fueran.
—También llama la atención que el 50% de los que votaron por Keiko Fujimori en el 2016 considera que el principal hecho positivo del año es el cierre del Congreso. Uno pensaría que es una contradicción.
Eso revela que los congresistas de Fuerza Popular claramente se equivocaron claramente en su estrategia. Interpretaron que tenían que hacer una oposición recalcitrante cuando ese no era el mandato de sus electores. Por eso es que el apoyo a Fuerza Popular, que andaba por el 40%, ahora está en 10%, han perdido a esos sectores moderados que querían un trabajo conjunto entre el Ejecutivo y el Congreso.
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—Del otro lado, Keiko Fujimori ocupa el primer lugar entre los personajes negativos del año, incluso entre el 12% de los que votó por ella. ¿Le están atribuyendo la responsabilidad de todo lo hecho por la bancada de Fuerza Popular o esto se debe solo a las revelaciones sobre aportes a su campaña?
Creo que son las dos cosas. El hecho de haber ganado las elecciones al Congreso y haber pretendido gobernar desde el Congreso ha generado que ella tenga un desgaste muy fuerte como lo han tenido siempre los presidentes en el Ejecutivo. Por otro lado, están todas las denuncias sobre aportes recibidos para sus campañas, y el pitufeo para ocultar esa información. Aun así, me parece que ha sido sobrecastigada porque hay personajes mucho más negativos que están detrás de ella, como Alejandro Toledo, en el que el nivel de corrupción es más notorio. Pero la gente ve que Toledo ya es historia, incluso su partido desapareció; en cambio Keiko sigue teniendo poder y sigue siendo percibida como una amenaza.
—¿Se ha perdido la fe en los avances de las investigaciones del Caso Lava Jato? El año pasado ocupó el primer lugar de los hechos con 35%, pero ahora está en quinto lugar con 18%. Incluso es más alto el rechazo al lento avance de las denuncias (23%).
Creo que sí, es un hecho real. Tenemos tres años en este proceso y no tenemos ninguna condena ni en primera instancia, porque en muchos casos los fiscales no han hecho acusación y se han quedado en prisiones preventivas. La gente empieza a cuestionarse la eficacia del Ministerio Público en esta tarea.
—Si no fuera por las prisiones preventivas, el rechazo sería mucho mayor.
Claro, la verdad es que las prisiones preventivas, con todos sus excesos, son también una válvula de escape a la tensión social. La gente sabe que hubo corrupción y siente que la prisión preventiva es una sanción anticipada. En ese sentido, baja la presión social. Si no hubiese esas prisiones preventivas y los acusados estuvieran circulando por la calle, la frustración de la ciudadanía sería mucho más grande porque sospecharía que al final no hay ninguna condena.
—¿Cómo sería el escenario sin estas válvulas de escape de las prisiones preventivas y el cierre del Congreso?
Estaríamos viviendo una situación muy parecida a la chilena. Estoy convencido de que en el Perú estos hechos, con sus excesos –hubo prisiones preventivas que fueron excesivas y puede ser discutible la formalidad con la que se cerró el Congreso–, han sido una válvula de escape muy poderosa. Si no hubiera ocurrido, pudiéramos haber tenido una movilización social muy grande como la que ha ocurrido en Chile o Colombia.
—¿De alguna manera facilita la convivencia?
Facilita la convivencia y también pone el país entre paréntesis porque no se han resuelto los problemas, pero se ha ganado tiempo. Quizá por eso el adelanto de elecciones era el mal menor, porque yo siento que estamos viviendo en una especie de tiempo suspendido. Un presidente que no tiene bancada parlamentaria es poco lo que puede hacer para gobernar. Pero el paréntesis del que estamos hablando no puede ser eterno, y para que el país retome el crecimiento necesitamos un gobierno con una mayoría constituida en el Congreso, con una organización que le permita mejorar la gestión pública y eso ahorita no hay. Estamos viviendo un tiempo suspendido que recién en el 2021 vamos a poder cambiar a una gestión mejor.
—Pero el tiempo suspendido tiene fecha límite: la instalación del nuevo Congreso. Si el gobierno no actúa adecuadamente, se le puede revertir esta tranquilidad y apoyo. Le van a decir: jugamos tu juego y la situación no cambia.
Creo que desde un sector de la opinión pública eso es lo que va a pasar. Por eso lo más probable es que el apoyo a Vizcarra siga declinando. Por otro lado, lo que probablemente va a tratar de hacer Vizcarra es seguir ganando tiempo porque en pocos meses empieza la campaña presidencial del 2021, y las expectativas de la ciudadanía van a estar en los candidatos y el gobierno que sea elegido.
—¿A qué se debe que la estabilidad económica se vea como uno de los principales hechos positivos? El año pasado no fue considerado y no venimos de una crisis que recientemente se haya estabilizado.
Es sorprendente, quizá tiene que ver con la información de otros países que es mucho más grave: Venezuela, Argentina, incluso Chile. En el barrio, la gente está empezando a sentir que el Perú es uno de los países más estables de América Latina y eso tiene un valor, pese a que el crecimiento se ha reducido.
—De un lado la encuesta nos muestra un alto interés en temas políticos, pero como correlato tenemos que una alta cantidad de peruanos (51%) aún no sabe por quién votar.
Hay un distanciamiento de la política, hay decepción y una idea de que uno tiene que ganarse la vida al margen de lo que hagan los políticos. No hay líderes que generen ilusión, esperanza, porque la gente no está dispuesta a creerle mucho a los políticos. Hemos tenido a todos los últimos expresidentes acusados de algún delito. Esa decepción es muy profunda. De otro lado, estamos yendo a una elección parlamentaria sin candidato presidencial, eso mismo hace la situación más compleja, pues hay que votar por partidos cuando la población se ha alejado de los partidos. Por eso es que hay una actitud de frialdad frente al proceso electoral.
—¿Es desinterés o desilusión de la gente?
Creo que primero viene la desilusión, y como consecuencia el desinterés. Porque uno no espera nada. Es como cuando el fútbol peruano era muy malo, la gente no iba al estadio.
—Aunque no está entre el top 5, Rosa Bartra es la congresista que genera más animadversión. ¿Eso puede ser porque la ven como el rostro visible de los enfrentamientos entre Ejecutivo y Congreso?
Claro, creo que es básicamente por eso. En la última etapa del Congreso ella fue una de las más vociferantes y [tuvo] un poder real que era presidir la Comisión de Constitución. Fue la que bloqueó una serie de propuestas como el adelanto de elecciones que tenía un amplio respaldo popular.
—El hecho de que la liberación de Keiko Fujimori se considere uno de los principales hechos negativos llama la atención porque no es como el caso del indulto a Alberto Fujimori. Es una discusión sobre debido proceso, no una absolución.
Desde el punto de vista jurídico, uno puede entender conceptos como el debido proceso y que no es una liberación de culpa, sino que pueda seguir el proceso fuera de la prisión. Pero desde el punto de vista emocional de la población genera muchos rechazos porque no ven esos matices y lo ven como un riesgo de impunidad. Lo mismo podríamos decir sobre el cierre del Congreso: los juristas pueden discutir si el cierre fue constitucional o no y el TC se pronunciará al respecto, pero desde el punto de vista de la ciudadanía, de las emociones, fue plenamente legítimo y tuvo un gran respaldo, por eso la aprobación presidencial se elevó tanto. Nosotros [con la encuesta] no estamos dando un fallo, sino lo que la gente siente. Y la gente siente que Keiko es culpable y por tanto está mal que la liberen.