Además de la estrepitosa caída en la popularidad de Martín Vizcarra, lo que revela la encuesta de El Comercio-Ipsos publicada el domingo es el fracaso preliminar de las dos estrategias principales del gobierno: trabajar con las regiones y dialogar.
Si bien la aprobación total del mandatario está en 37%, en Lima es de 47% y en el interior, solo en 31%. Vizcarra ha viajado, se ha reunido con gobernadores y alcaldes, ha transferido grandes cantidades de recursos y, sin embargo, no le alcanza. ¿Por qué? Porque la principal razón de desaprobación en todo el país es la percepción de que hay corrupción en el gobierno o que este no lucha contra ella.
Vizcarra empezó con Medelius en su oficina, luego le tocó lidiar con la salida de Ollanta Humala y Nadine Heredia de prisión preventiva y convivió con un Caso Lava Jato que aún no muestra resultados. Un cuarto factor, intrínseco a su gobierno, es el vínculo de PPK con Odebrecht. Vizcarra es hoy presidente porque Kuczynski tuvo una relación cuando menos éticamente dudosa con la constructora. No obstante, las investigaciones sobre el ex presidente están en una etapa incipiente y lo único que se sabe de él es que está en su casa de San Isidro, situación que para él debe ser complicada, pero que para la inmensa mayoría de peruanos representa un nivel de confort envidiable.
La percepción de que se es un gobierno que convive con la corrupción es un estigma del que es prácticamente imposible deshacerse y suele llegar cuando un régimen está entrando en su fase terminal, aquella en la que la aprobación rodea el 20%. Por ejemplo, cuando Ollanta Humala era aprobado por más del 50% de la población, su principal razón de desaprobación era la inseguridad ciudadana. Luego, cuando tan solo alcanzaba el 15%, la corrupción subió al primer lugar y ahí se quedó hasta el final de su período. A Alan García le pasó lo mismo: al inicio de su gobierno el principal problema era la percepción de que los precios habían subido, pero a partir del último año la corrupción la desplazó.
El diálogo tampoco ha generado los frutos que el gobierno necesitaba. Solo el 9% de los peruanos lo aprueba por “su capacidad de concertación y diálogo”. Esto debido principalmente a que, según los resultados de la encuesta, es una característica valorada en mayor medida por el escaso NSE A/B de nuestro país, y en menor por el abundante NSE D/E.
Para colmo de males, la principal razón de aprobación del presidente es “que tiene buenas ideas / buenos planes”, que se puede traducir en “no se me ocurre nada concreto por qué aprobarlo” y dentro de un par de meses se puede convertir en “ahora lo desapruebo porque no hizo efectiva ninguna de sus promesas”.
La conclusión, en términos acorde con la coyuntura mundialista, es que, si bien a Vizcarra le toca jugar como equipo chico y esperar en su cancha porque no tiene bancada, partido ni cuadros para salir a presionar, tiene que estar preparado para el contragolpe y anotar un par de goles antes de meterse en su arco. De lo contrario, va a ser difícil que salga airoso de este partido.