DIANA SEMINARIO MARÓN @DianasemiEditora de Política
A menos de una semana de darse la lectura del fallo de La Haya, que pone fin a la demanda marítima planteada por el Perú a Chile, queda claro que en ambos países se están haciendo esfuerzos por dar señales de unidad y madurez política con miras al próximo lunes 27 de enero.
Ha sido muy positiva la reunión entre el presidente Ollanta Humala y los líderes de los diferentes partidos políticos, realizada el último viernes, en Palacio de Gobierno, y es también auspiciosa la que tendrán mañana el jefe del Estado y los ex mandatarios Alejandro Toledo y Alan García. Más allá del instante de la lectura, los protocolos que seguirán los presidentes del Perú, Ollanta Humala, y de Chile, Sebastián Piñera, las horas posteriores a la sentencia y los gestos de las poblaciones chilena y peruana tras conocerse la decisión, es importante preguntarnos y ¿después de La Haya qué?
El fallo es de cumplimiento obligatorio desde el momento de su lectura, lo que luego debe definirse es la forma de ejecutarlo, y es aquí donde todas las fotos, gestos, declaraciones y juramentos deben empezar a funcionar. Es decir, será el momento de poner a prueba todo lo dicho aquí y allá durante los últimos años. Si bien resultan importantes todos los gestos de unidad que se han dado a partir de la proximidad del fallo, será crucial lo que pase desde el 28 de enero, la política que se tomará para la ejecución de la sentencia y los actores políticos que deberán ser los protagonistas de cumplir y hacer cumplir lo que la corte determine. Dicho de otro modo, después del 27 de enero empieza otra etapa, cuyo manejo tanto en el ámbito interno como en el externo será de la mayor trascendencia histórica.
Muchas decisiones se han debido postergar esperando el lunes 27 de enero, entre las más importantes figura definir los cambios en el Gabinete que anunció el primer ministro César Villanueva cuando asumió el cargo. Así como estos se han ido aplazando a la espera de la sentencia, es urgente evaluar si ahora más bien deben darse para la ejecución de la sentencia de la corte internacional. Ante esto, en lo primero que uno piensa es en dos sectores vitales: el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Defensa.
Es lícito preguntarse, sin ningún afán de división previo al fallo, si Eda Rivas al frente de la cancillería y Pedro Cateriano como ministro de Defensa son los perfiles más idóneos para empujar el proceso de ejecución del fallo.
El país requerirá consensos políticos para aglutinar las más diversas voluntades al interior del país, así como pericia diplomática para aterrizar un mandato que requerirá de toda la experiencia de Torre Tagle tanto en actividad como en el retiro. Es por es o muy importante replantearse la presencia de Rivas y Cateriano en el futuro.
Más allá de la trascendencia e importancia histórica de la decisión que asuma la corte, esta es la mejor oportunidad de demostrar que este gobierno es capaz de pasar del gesto a la acción y demostrar que puede estar por encima de las coyunturas políticas inmediatas y tener ese liderazgo que sus críticos le reclaman. El presidente Ollanta Humala tiene la palabra.