De vez en cuando aparece un candidato inmune a cualquier tipo de denuncia. Parece revestido con una resistente capa de teflón, que lo vuelve inmune a las más graves acusaciones. Nada lo quema.
Fue el caso, por ejemplo, de Humala. A pesar de que pendían sobre su cabeza las sospechas de que era el sanguinario ‘Capitán Carlos’ y de que recibía dinero del mismo Hugo Chávez (entre otras cosas), siguió creciendo en las encuestas y llegó a la presidencia.
En la presente campaña el candidato de teflón parece ser César Acuña. Los graves cuestionamientos a su persona no parecen afectar la intención de voto de sus electores. Hagamos un rápido repaso a algunas de las acusaciones que hoy enfrenta para comprobarlo.
La fiscalía considera que Acuña utilizó testaferros para constituir empresas que ganaron obras públicas durante su mandato como alcalde. También lo ha acusado de entregar irregularmente fondos públicos a un cineasta para realizar un documental.
Acuña, asimismo, ha sido denunciado por el delito de inducción al voto, a raíz del video en el que se le ve coordinando la entrega de víveres y subvenciones para obtener votos para su reelección (se trata del video conocido porque Acuña promete a sus socios de campaña “plata como cancha”). Vale la pena recordar que hace unos años el periodista Christopher Acosta descubrió que las coordinaciones para esta aparente operación de compra de votos se realizaban con Tania Baca, gerenta de la municipalidad, con quien Acuña, además, mantendría una relación sentimental a pesar de ser una funcionaria subordinada. En ese entonces, el hoy candidato acusó al periodista de falsificar una foto que probaría la relación. Pero hace unas semanas Acosta, desde la Unidad de Investigación de este Diario, presentó unas 20 fotos nuevas que demuestran que Acuña mintió y acusó falsamente a la prensa.
La vida familiar del líder de Alianza para el Progreso tampoco está libre de controversias. Tuvo un hijo extramatrimonial con una menor de edad. Y su ex esposa lo ha acusado de golpearla, empujarla por las escaleras y amenazarla para que calle.
Como para aderezar estas denuncias, este Diario reveló que Acuña habría mentido en su declaración ante el JNE, pues no viviría en San Juan de Lurigancho como señaló, sino en un inmueble en Surco. Mentir en una declaración jurada, dicho sea de paso, se encuentra penado con 4 años de cárcel según el Código Penal.
Su agrupación tampoco se encuentra libre de polvo y paja. Se le ha abierto un proceso sancionador por usar las universidades de Acuña, contraviniendo la ley, para hacer campaña. Y este Diario descubrió que en el 2014 consignó al menos 127 aportes fantasmas (a lo que su líder respondió que él no está pendiente de quién aporta a la campaña).
Es difícil explicar el fenómeno de los candidatos de teflón. Después de todo, el voto suele ser una acción más emocional que racional. Y, como decía Pascal, el corazón tiene razones que la razón no entiende. Lo que queda claro es que los competidores de Acuña difícilmente podrán restarle votos lanzándole más acusaciones encima. Esa estrategia, incluso, podría hasta hacerlo crecer, pues en más de una ocasión hemos visto que el elector peruano termina siendo empático con el candidato que siente que sufre un cargamontón.
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