Estos últimos días hemos sido testigos de un doble descaro. Por un lado, la repartija de los puestos en el Tribunal Constitucional (TC), del directorio del Banco Central (BCR) y del cargo de defensor del Pueblo. Por otro, la manera en que, posteriormente, las bancadas que coincidieron en este despropósito prefirieron lavarse las manos y echarle la culpa de lo ocurrido al resto.
Desde el oficialismo, la burla ha sido sistemática. Fue esta bancada, bajo la batuta del congresista Isla y con el respaldo del señor Humala, la que precisamente dirigió toda la elección de candidatos. Pero cuando las papas empezaron a quemar, los nacionalistas prefirieron quitar el cuerpo y culpar de la indignación ciudadana a la elección de candidatos propuestos por otras bancadas. El primer ministro culpó de esta situación al nombramiento del señor Sousa.
El señor Humala y la señora Ana Jara pidieron que tanto Freitas como Sousa den un paso al costado, ya que estarían generando un malestar a la ciudadanía. Un pedido que no solo pretendía que olvidemos que esas personas fueron elegidas con la participación del humalismo, sino que además esperaba que pasemos por alto que ese malestar también surge porque el nombramiento de dos de los vocales del TC propuestos por su bancada (Mayorga y Galindo) es igualmente escandaloso.
El fujimorismo también hizo lo propio. Por un lado, a pesar de que la bancada votó a favor del acuerdo político, la señora Martha Chávez ha salido a sugerir que la situación de indignación que se vive es fruto de una suerte de conspiración gubernamental. Para ella, el término ‘repartija’ podría haber sido acuñado en el seno del gobierno para desprestigiar al Congreso y así, por qué no, cerrarlo. Más allá del descaro de que sea ella quien hoy se escandalice por esa posibilidad (los fantasmas de la década de 1990, al parecer, la persiguen), es asombrosa su capacidad de echarle la culpa al resto por una responsabilidad que comparte su bancada al haber respaldado la elección.
Y si de súbitos arranques de conciencia se trata, los congresistas de la bancada Alianza por el Gran Cambio no se quedan atrás. Luego de encarar públicamente a Ana Jara por querer abstenerse de votar en favor de Pilar Freitas como se había pactado, el congresista Beingolea y otros colegas de su bancada decidieron que ya no les gustaba la forma como habían votado y que Freitas, de pronto, ya no era la persona idónea para el cargo.
Inclusive las bancadas que salieron del hemiciclo cuando empezaron las votaciones como forma de “protesta” dejan mucho que desear. En un audio revelado un día antes, por ejemplo, se oía cómo la bancada de Acción Popular-Frente Amplio fue partícipe directo de la organización de la forma de repartir los cargos.
En tanto, los apristas han salido a criticar furibundamente la votación en bloque. No obstante, esto solo parece responder a que ahora que son fuerza minoritaria en el Congreso no reciben ningún cupo, pues cuando estuvieron en el poder, en el 2007, fueron ellos quienes implementaron este tipo de elección.
Finalmente, no nos olvidemos de los miembros de Perú Posible, quienes optaron por la victimización. Para ellos, en palabras de su secretario general, las críticas al nombramiento de la señora Freitas han sido demasiado maltrato_https://elcomercio.pe/actualidad/1606029/noticia-pilar-freitas-renuncio-porque-recibio-demasiado-maltrato-dicen-peru-posible. Y el ex presidente Toledo –perdiendo una estupenda oportunidad de guardar silencio– declaró que lamentaba el ‘bullying’ a su candidata y exhortó a que se elija nuevamente a todos los candidatos “con un criterio de buscar profesionales idóneos” (quizá si su bancada hubiese actuado con este criterio desde un inicio nos hubiera ahorrado muchos problemas).
La verdad es que acá todas las bancadas fueron cómplices del acuerdo y deben asumir la responsabilidad. Lo decente ahora es intentar conservar a las personas designadas que, por su destacada trayectoria, sí merecen estar en sus puestos (los miembros del BCR y los señores Eguiguren, Sardón y Blume para el TC) y optar por el camino legal para corregir los otros nombramientos: que las personas cuestionadas presenten su renuncia y que luego se elija a candidatos idóneos para el cargo.